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CON MUROS IMPROVISADOS CON CONTENEDORES Y ALAMBRE DE ESPINO

Las ciudades fronterizas de EEUU se preparan para la llegada de inmigrantes ilegales, mientras Biden niega el problema

Texas inmigración autobús Washington
Inmigrantes dirigiéndose a Estados Unidos. Europa Press

Se ha evitado en el último momento el escenario más apocalíptico. El Tribunal Supremo ha decidido ampliar el plazo de vigencia de una medida de la Era Trump que permite la expulsión inmediata de los ilegales para proteger a la población estadounidense del COVID-19. Pero las sobrepasadas ciudades del sur saben que la marea humana de inmigrantes indocumentados no se va a detener, y aceleran los preparativos.

La razón es que el Gobierno federal no ha ofrecido soluciones viables y poca o ninguna ayuda a los estados fronterizos del sur para detener las oleadas. Seamos sinceros: Biden hablaba ya como vicepresidente con Obama de las bondades de un influjo incesante de inmigrantes penetrando en el país por Río Grande. Y sí, se refería explícitamente a la inmigración ilegal, y se regocijaba con ellos.

Ahora están en fase de negación: no hay problema alguno en la frontera, siguen afirmando en la Casa Blanca frente a la evidencia que, gracias a las redes, puede contemplar cualquier norteamericano en su teléfono móvil. Y aseguran que han estado «trabajando desde el primer día» para asegurar la frontera. En el mundo real, están dejando que los estados y las ciudades fronterizas enfrenten la amenaza por su cuenta, que no es otra que la de millones de inmigrantes que se cuelan en el país para acceder a sus generosos servicios sociales con el pretexto de «solicitar asilo».

El ejemplo más citado es el de la ciudad fronteriza de El Paso, en Texas, aunque los problemas se agravan en otras ciudades, convertidas en «santuarios» por decisión de sus alcaldes demócratas. En El Paso, al menos, su alcalde, Oscar Leeser, ya ha admitido al fin que la zona se enfrenta a una emergencia. Pero esto, en lenguaje demócrata, no significa que vaya a hacer nada para evitar la llegada masiva de inmigrantes, sino solo que pedirá más fondos al Gobierno federal. Más de 80.000 inmigrantes han invadido El Paso en los últimos cuatro meses.

La atmósfera es casi bélica. El Paso ha solicitado personal adicional para operaciones de alimentación y vivienda, operaciones de transporte adicionales y la aplicación de la ley estatal. Los pueblos fronterizos sin operativos de prevención y los que actúan como santuarios ya están sobrepasados. Algunas ciudades de Texas están comenzando a darse cuenta de la gravedad de la situación y están tomando medidas coordinándose con los funcionarios del estado, y las noticias locales informan sobre los esfuerzos para construir rápidamente muros fronterizos improvisados con contenedores y alambre de espino.  

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