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CON EL DINERO DE LOS CONTRIBUYENTES

Los demócratas garantizan en California la sanidad gratuita a todos los ilegales

El gobernador del estado de California, Gavin Newsom. Europa Press

Uno de los aspectos en el que más gusta cebarse el antiamericanismo patológico de la izquierda europea es el sanitario. No hay pancartero del «yankees go home» que no haya disfrutado alguna vez con los relatos de terror de los ciudadanos de Estados Unidos teniendo que elegir entre la ruina y el endeudamiento de por vida y su salud, o que mueren como perros por no poder pagarse un tratamiento, porque no hay sanidad pública gratuita en el país.

Esto no es del todo cierto. Existen dos agencias, Medicaid y Medicare, que prestan asistencia sanitaria similar a la europea a quienes no disponen de medios y los jubilados. Pero sí es cierto que se espera de quien se pueda pagar el cuidado de salud que lo haga.

Capítulo aparte merece California, que se convertirá en el primer estado de la Unión en garantizar que los inmigrantes ilegales puedan recibir un seguro de salud «gratuito» proporcionado por el estado a expensas de los contribuyentes.

La medida brindará cobertura a 764.000 personas más a un coste proyectado de alrededor de 2.700 millones de dólares al año. La provisión de seguro médico se incluyó en el presupuesto operativo que el gobernador Gavin Newsom, sobrino de la «speaker» Nancy Pelosi, promulgó por ley. La medida para «cubrir» a los inmigrantes ilegales es parte de la asignación del presupuesto estatal 2022-23, que incluye la expansión del programa Medi-Cal del estado.

Para los demócratas, que no desaprovechan ocasión de demostrar su desprecio por el estadounidense nativo no incluido en algún «grupo protegido», los extranjeros que entran ilegalmente en el país son especialmente apreciados, por encima de los naturales. Pero eso no significa que estén dispuestos a hacer menos peligrosa la «gymkhana» que tienen que superar esos mismos ilegales para pisar suelo de la Unión.

Es así que para la OIM (Organización Internacional para las Migraciones), organismo dependiente de las Naciones Unidas, la frontera sur de Estados Unidos bajo el presidente Joe Biden es el cruce terrestre más letal del mundo. «Se perdieron 1.238 vidas en la migración en las Américas [norte, central y sur] en 2021, entre ellas al menos 51 niños”, asegura un informe elaborado por la OIM el 1 de julio. «Al menos 728 de estas muertes ocurrieron en el cruce fronterizo entre Estados Unidos y México, lo que lo convierte en el cruce terrestre más mortífero del mundo». Y recalca: «La cantidad de muertes en la frontera entre Estados Unidos y México el año pasado es significativamente más alta que en cualquier año anterior, incluso antes del covid-19».

Esta es la aparente paradoja que los entusiastas de la migración ilegal masiva no entienden, por más datos incuestionables que se les muestren: señalizar públicamente el desinterés por guardar la frontera y multiplicar las ventajas públicas para quienes logren completar la arriesgada aventura no solo garantiza que se multiplicará el número de entradas, sino también el número de muertos en el peligroso trayecto.

Hoy, el hombre al que Biden ha puesto a cargo de la inmigración, Alejandro Mayorkas, ofrece permisos de trabajo y empleos a más de un millón de extranjeros, y las muertes, como testifica la ONU, se multiplican; en 2020, Donald Trump tomó serias medidas contra la inmigración ilegal, y murieron un tercio menos de personas, según los datos del informe.

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