La revolución católica llega a los Estados Unidos. Los más jóvenes, impulsados por el tiempo que les proporcionó la pandemia para hacer introspección, búsquedas en internet y las teorías «laxas» del protestantismo, están abrazando de forma masiva esta corriente de la Iglesia. Desde antiguos creyentes desencantados con sus denominaciones, hasta personas sin ninguna formación religiosa, miles de veinteañeros y treintañeros están dando el paso hacia el catolicismo con una convicción renovada.
Un ejemplo emblemático es el de Sydney Johnston, residente del Upper West Side neoyorquino, que tras haber crecido en un entorno cristiano no afiliado a ninguna confesión, encontró en la misa católica una belleza profunda y un sentido de lo sagrado que, según cuenta, no halló en su experiencia anterior. «La liturgia, la tradición milenaria y el simbolismo me atraparon. Fue como si algo eterno finalmente se hiciera presente», explicó tras su conversión formal en la iglesia de Notre Dame, en Morningside Heights, en diciembre de 2024.
Este fenómeno no es aislado. La Diócesis de Fort Worth, en Texas, ha registrado un crecimiento del 72% de nuevos fieles entre 2023 y 2024. Y no es la única: otras jurisdicciones informan de aumentos similares. Los motivos son diversos, pero el patrón es claro: hay una generación entera buscando una experiencia espiritual más densa, más exigente y más estructurada.
El reverendo Raymond Maria La Grange, de la parroquia de San Vicente Ferrer, en Manhattan, confirma esta tendencia. «Desde la pandemia, hemos visto un aumento impresionante de personas jóvenes que desean sumarse a la fe. Muchos vienen del protestantismo, otros no tenían ninguna creencia, y algunos simplemente eran católicos de nombre que ahora buscan vivir su fe con seriedad», explica. «Es una época vibrante para ser sacerdote: hay inquietud, pero también una hambre espiritual que no veíamos hace décadas».
Para algunos, el primer contacto con el catolicismo no vino a través de una parroquia, sino desde la pantalla de su ordenador. Adrian Lawson, un ingeniero informático californiano, creció alejado de toda práctica religiosa y pasó parte de su juventud identificado como ateo. Fue el sufrimiento emocional lo que lo empujó primero al cristianismo evangélico, y luego al catolicismo. «La Iglesia me dio una visión menos centrada en mí mismo. Me ayudó a sanar», confiesa. Su conversión definitiva comenzó tras ver un debate en YouTube entre dos teólogos, uno protestante y otro católico. «Ahí fue cuando algo hizo clic», recuerda.
Ese mismo debate llevó también al conocido youtuber Cameron Bertuzzi, criado en un contexto protestante, a replantearse todo su marco teológico. Tras años defendiendo posturas protestantes en su canal, anunció su paso al catolicismo. «Luché con muchas objeciones, pero al final, me di cuenta de que no quedaba nada que me impidiera cruzar esa puerta», declaró.
Este tipo de historias están teniendo un efecto dominó. Lawson, ya como catequista laico en su parroquia, asegura que ha visto un incremento del 50% en el número de adultos que se preparan para recibir los sacramentos, especialmente entre quienes tienen entre 20 y 30 años. «Los nuevos conversos suelen ser intensos, comprometidos y muy apasionados por aprender», afirma.
El fenómeno también traspasa fronteras culturales y religiosas. Marin Minamiya, una joven japonesa que se crio en el sintoísmo y es experta en informática, comenzó a explorar el catolicismo mientras estudiaba en la Universidad de Columbia. «El catolicismo me ayudó a mirar la vida con esperanza», comenta. «Me dio confianza, propósito y una comunidad que me inspira a ser mejor persona». En diciembre de 2024, recibió los sacramentos.
No todos los caminos hacia la fe católica han sido sencillos. Taylor New, una joven de Cincinnati, vivió un largo proceso de ruptura interior. Participaba activamente en su iglesia evangélica cuando se topó por casualidad con un video que explicaba por qué algunos cristianos protestantes decidían convertirse al catolicismo. «Bromeo diciendo que ese video arruinó mi vida… en el mejor sentido», dijo. Después de años de estudio y de resistirse a cortar lazos con su comunidad, finalmente tomó la decisión de comenzar su formación para ingresar formalmente a la Iglesia en 2024.
En todos los testimonios se repiten los mismos elementos: una búsqueda profunda, un desencanto con lo superficial, y una atracción poderosa por la riqueza histórica y espiritual del catolicismo. En un mundo cada vez más inmediato, líquido y relativista, estos nuevos fieles parecen estar diciendo algo claro: quieren raíces, quieren verdad… y están dispuestos a encontrarla donde menos lo esperaban.