La Administración Trump ha vuelto a poner en el punto de mira a las universidades que, amparadas en el prestigio y el dinero público, han convertido los campus en bastiones ideológicos. Esta vez, el foco está en Harvard, que ha visto cómo el Gobierno federal ha congelado subvenciones por valor de tres millones de dólares, tras considerar que no cumple con las condiciones mínimas para seguir recibiendo financiación estatal.
La respuesta de la Casa Blanca ha sido tajante. El portavoz Harrison Fields ha defendido la decisión señalando que «los fondos públicos son un privilegio» y ha acusado a la institución de haber convertido las ayudas en «un negocio redondo».
«Universidades como Harvard engordan sus burocracias con los dólares que salen del bolsillo de las familias estadounidenses en dificultades«, ha afirmado Fields, subrayando que las medidas adoptadas por la Casa Blanca buscan que este modelo clientelar llegue a su fin, según recoge la cadena NBC.
Por su parte, la universidad ha presentado una denuncia formal tras el bloqueo de los fondos. Pero la raíz del conflicto va más allá del dinero. La Administración Trump ha exigido a Harvard pleno acceso a los informes internos sobre casos de antisemitismo y prejuicios contra musulmanes desde octubre de 2023. También ha solicitado los nombres de quienes participaron en la elaboración de estos informes y su disposición a declarar ante las autoridades.
En un momento en que el debate sobre la libertad académica, la transparencia institucional y el uso de los recursos públicos vuelve al centro del escenario político, Trump marca distancias con las élites universitarias. Y Harvard, símbolo de ese viejo poder progresista, es ahora el ejemplo de lo que su Gobierno pretende desmontar.
