Han bastado 100 días desde la formación del nuevo Gobierno en Austria para que los ciudadanos hayan emitido un contundente veredicto: desconfianza, decepción y hundimiento del partido del canciller. Así lo refleja una encuesta del Instituto de Mercado para el diario izquierdista Der Standard, que documenta el rechazo generalizado que existe hacia el Ejecutivo y el clima de creciente pesimismo entre la población.
El Partido Popular de Austria (ÖVP), liderado por el canciller Christian Stocker, se desploma tanto en intención de voto como en valoración individual. Sólo un 15% de los encuestados lo apoyaría en unas futuras elecciones para la jefatura del Gobierno. Por su parte, el líder del Partido de la Libertad (FPÖ), Herbert Kickl, lo supera con un 24%, seguido por el socialdemócrata Andreas Babler (SPÖ) con un 13% y Beate Meinl-Reisinger (Neos) con un 12%.
En la evaluación de ministros, el nuevo titular de la cartera de Finanzas, Markus Marterbauer (SPÖ), obtiene la media más alta con un 3,15, pero el líder del SPÖ, Babler, suspende con un 3,6, siendo valorado negativamente por casi un tercio de los encuestados. El canciller Stocker apenas mejora, con un 3,38.
El descontento es estructural: el 46% de los austriacos se muestra pesimista sobre el futuro, frente a un escaso 26% que conserva el optimismo. Y en intención de voto, el FPÖ, la formación que ganó las elecciones, obtendría el 34%, consolidando un avance notable respecto a los comicios al Consejo Nacional de 2024 cuando aglutinó un 29% de los electores. El ÖVP cae al 21%, perdiendo una quinta parte de sus votantes, y el SPÖ se mantiene con un 20%. Verdes y Neos empatan con un 10% cada uno.
La caída del partido del canciller se refleja también en la percepción de su evolución interna: el 58% considera que el ÖVP está peor que en las elecciones, y el único reducto de confianza está entre los votantes que aún no lo han abandonado.
La comparación con el pasado no deja lugar a dudas: Christian Stocker está muy lejos de despertar el entusiasmo que generó Sebastian Kurz en 2017 y 2019. Sus resultados recuerdan más bien a los de Werner Faymann (SPÖ) poco antes de su dimisión en 2016, cuando la desafección ciudadana era ya insostenible.
Austria da la espalda a un gobierno que no ha logrado generar confianza ni liderar un proyecto de país, mientras el FPÖ consolida su papel de alternativa ante una ciudadanía cada vez más crítica y escéptica.