Vienen a pagarnos las pensiones. ¿O más bien a cobrarlas? Porque en Dinamarca, donde sólo un 11% de los nativos se jubila anticipadamente, dos de cada tres inmigrantes se acogen a este modelo, ejerciendo una agobiante presión sobre el sistema.
Según los últimos datos, dos de cada tres personas (67%) mayores de 50 años procedentes de países musulmanes se jubilan anticipadamente frente a sólo el 11% de las personas de origen danés.
Los inmigrantes procedentes de Irak mayores de 50 años son los más aficionados a jubilarse anticipadamente, lo que supone un 65%, pero los procedentes de Líbano, Turquía, Somalia, Argelia y Afganistán también encabezan la lista, según el informe del diario danés Berlingske.
«No podemos quedarnos de brazos cruzados», escribe en X el diputado danés Sólbjørg Jakobsen.
La ministra de Trabajo, la socialdemócrata Ane Halsboe-Jørgensen, ha reaccionado a estas informaciones asegurando que «la jubilación anticipada es una prestación vitalicia que a muchos les ha costado conseguir. Por eso también tenemos que ser políticamente indulgentes». Sin embargo, afirmó que seguirá de cerca la evolución de la situación. Otros partidos, como el Partido Popular Danés y la Alianza Liberal, piden a los ministros que reconsideren la jubilación anticipada a la luz de los nuevos datos.
En mayo, el partido gobernante Venstre anunció su intención de revisar las prestaciones sociales a los inmigrantes no occidentales «para que más personas puedan conseguir un trabajo». Dinamarca tiene uno de los sistemas de prestaciones sociales más generosos del mundo, pero el aumento de la inmigración está sometiéndolo a una presión insoportable.
