Las cifras de criminalidad en Dinamarca han puesto de relieve una preocupante sobrerrepresentación de los inmigrantes no occidentales —la inmensa mayoría musulmanes— y sus descendientes en lo que se refiere a la delincuencia y las agresiones sexuales. Según los datos del Ministerio de Justicia recogidos por el medio Berlingske, este grupo, que constituye el 8,4% de la población danesa, es responsable del 14% de los delitos de violencia grave y del 24,3% de las violaciones, según las condenas emitidas.
Más alarmantes aún son las estadísticas sobre la segunda generación de inmigrantes no occidentales, que, representando sólo el 2,2% de la población, comete el 15,6% de los crímenes violentos y el 8,1% de las violaciones en el país. Si sumamos ambas generaciones, se obtiene que el 29,6% de los delitos violentos y el 32,4% de las violaciones son cometidos por personas de origen no occidental —la inmensa mayoría procedente de países islámicos—, aunque representan únicamente el 10,6% de la población total del país.
El ministro de Justicia, Peter Hummelgaard, se mostró indignado al conocer estos datos. «Es extremadamente preocupante que personas que han sido bienvenidas en nuestro país respondan con violaciones y graves actos de violencia», declaró a Berlingske. «Este tipo de comportamiento es absolutamente inaceptable, y debemos actuar de manera firme y decisiva», añadió el ministro, anunciando su intención de endurecer las penas, especialmente para los crímenes violentos y sexuales.
El investigador Lars Højsgaard Andersen ofreció una explicación relativa a estas alarmantes cifras. A su juicio, los factores sociales y económicos «juegan un papel crucial». Los inmigrantes no occidentales, particularmente los jóvenes que huyen de sus países de origen, suelen llegar con recursos limitados y dificultades para acceder al mercado laboral, lo que, en su opinión, explica parte de la disparidad en las tasas de criminalidad entre los diferentes grupos étnicos.
Además, Andersen señaló que las diferencias en la cultura y la crianza de los niños también contribuyen a la variación en la delincuencia. «No tenemos una explicación exacta», afirmó, pero observó que los inmigrantes provenientes de países como Pakistán, Turquía, y de regiones musulmanas de Oriente Próximo y el norte de África muestran mayores problemas de criminalidad en Dinamarca.
Las cárceles danesas reflejan esta tendencia. Según los datos de los Servicios Penitenciarios de Dinamarca, el 27,6% de los reclusos son inmigrantes de primera o segunda generación.