Que la invasión de Europa por poblaciones del Tercer Mundo es un desastre evidente, absoluto y sin paliativos es algo ya evidente para cualquiera mínimamente atento y sin especial interés político o crematístico en su continuación, como ha empezado a dejar claro el resultado de las pasadas elecciones europeas. Pero cuando incluso el responsable de los mercados financieros alemanes lo dice en alto, ya no pueden quedar muchas dudas de su gravedad.
Theodor Weimer, director general de Deutsche Börse AG, ha sido el último en arremeter contra las políticas del Gobierno de coalición en un feroz ataque en el que ha calificado la política económica de «catastrófica» y ha criticado su estrategia ante la inmigración masiva en un evento organizado por el Consejo Asesor Económico de Baviera.
Aun a riesgo de meterse en charcos políticos que preferiría evitar, Weimer reconoció que la política migratoria del Gobierno liberal de izquierda en el poder es «universalmente percibida como un completo error». «Nuestra orientación hacia la universalización de las prestaciones sociales no se comparte en ninguna parte». Y siguió: «Si hay escasez de mano de obra cualificada, traes a gente que habla tu idioma y genera riqueza neta, no a quienes se llevan el 50% de las prestaciones sociales y mandan el dinero a cualquier otro país».
Fue igualmente acerbo contra la política económica de la coalición. «He mantenido mi decimoctava reunión con nuestro vicecanciller y ministro de Asuntos Económicos, Robert Habeck, y puedo decirles que es una auténtica catástrofe», dijo Weimer en su discurso en el hotel Bayerischer Hof de Munich.
Como director del mayor mercado financiero del país, Weimer conoce al dedillo el estado de la economía alemana. «Conozco personalmente a la mitad de los directores ejecutivos de DAX«, señaló. «Y viajo mucho. No quiero estropearles la noche, pero nuestra reputación en el mundo nunca ha sido tan mala como ahora».
Dijo que las «discusiones con los inversores tienen un tono fatalista». «Es sencillamente una locura, una verdadera locura. ¿Qué clase de Gobierno tenemos? Vamos camino de convertirnos en una economía realmente obsoleta». «La verdad es esta: los inversores internacionales dicen que sólo invierten en Alemania porque es muy barato. Nos hemos convertido en una chatarrería», afirmó.
