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Degollados en una playa de Libia el 15 de febrero de 2015

El Papa declara mártires a 21 coptos asesinados por el ISIS en 2015

El Papa Francisco durante el rezo del ángelus. Europa Press

Durante su reciente encuentro con el papa Teodoro II de la Iglesia Copta, el Papa Francisco anunció que el Martiriólogo Romano incorporará a los 21 mártires coptos de Egipto. A modo de amenaza para sus enemigos, el Estado Islámico (ISIS) practicaba ejecuciones filmadas. Justamente en una de ellas, un grupo de coptos, que ahora son reconocidos oficialmente como mártires, fueron degollados en una playa de Libia el 15 de febrero de 2015 por los terroristas islámicos. El Sumo Pontífice detalló que el reconocimiento es un «signo de la comunión espiritual que une» a la Iglesia Católica y a la Iglesia Copta Ortodoxa.

“Estos mártires fueron bautizados no sólo en agua y espíritu, sino también en sangre, una sangre que es semilla de la unidad para todos los seguidores de Cristo”, dijo Francisco en el Palacio Apostólico.

«La sangre de los mártires es semilla de los cristianos»

Estas palabras no solo unen a Oriente y Occidente, sino que renuevan la tradición cristiana. Ya en el año 197 después de Cristo dijo Tertuliano «La sangre [de los mártires] es semilla de los cristianos». En el siglo II le dijo al pagano Diogneto: «¿No ves que [los cristianos], arrojados a las fieras con el fin de que renieguen del Señor, no se dejan vencer? ¿No ves que, cuanto más se los castiga, en mayor cantidad aparecen otros?«».

Además, ayuda a zanjar una de las críticas más severas y continuas hacia el catolicismo: la ocurrencia de las cruzadas. La retórica anticristiana, tan prevalente ante el auge del progresismo, pretende avergonzar al cristiano de su historia y retratar al Islam como una religión de paz. Pero tiene no solo a la historia sino a la actualidad en su contra. Y solamente el hecho de que ISIS se autodenomina como «el Estado Islámico», así lo demuestra.

El Cardenal Sarah ha sido enérgico al respecto: «El islamismo es un fanatismo monstruoso que debe combatirse con fuerza y determinación. No detendrá su guerra. Los africanos lo sabemos demasiado bien. Los bárbaros son siempre enemigos de la paz«.

Asimismo, el predecesor de Francisco, Benedicto XVI, fue enfático en sus advertencias sobre el peligro que corre Europa. De manera que todo esto es un llamado de atención respecto a la amenaza que implica el islamismo, no solo para las naciones africanas y de Medio Oriente, sino del mundo; pues la amenaza se esparce.

¿Es acorde a la tradición?

Este reconocimiento deja un precedente en el papado de Francisco, que se ha convertido en una figura polarizante en cuanto su modernización de la Iglesia y su rechazo (e incluso ataque a la tradición).

Pero en esta ocasión el accionar del Santo Padre no atenta contra la tradición. Al contrario, la Iglesia Copta está en plena comunión con Roma. Es más, los cristianos coptos remontan la fundación de su iglesia a un viaje misionero del evangelista San Marcos en el año 42.

De acuerdo a la tradición, Marcos pasó sus últimos días en Alejandría, entonces la capital del Egipto de influencia griega y un centro de conocimiento y cultura en el mundo mediterráneo. Los primeros conversos que logró fueron los egipcios nativos -conocidos como coptos por el idioma que hablaban-. Su lengua era la última forma sobreviviente del egipcio antiguo. Aunque Egipto está en África, en su apogeo estaba bajo dominio griego. Cleopatra era griega, por ejemplo, perteneciente a la dinastía Ptolemaica.

El copto es la lengua que más se asemeja al egipcio de la época. Y el rito copto se celebra en esta lengua antigua e incorpora elementos del árabe, luego de que ésta se convirtió en la predominante en Egipto tras la expansión del Islam, religión principal de la nación.

De manera que este encuentro reaviva la tradición bimilenaria. Para consolidarlo, Francisco proclamó: «Que las oraciones de los mártires coptos, unidas a las de la Theotokos (madre de Dios según la tradición ortodoxa), sigan haciendo crecer la amistad entre nuestras Iglesias, hasta el día bendito en que podamos celebrar juntos en el mismo altar y comulgar con el mismo Cuerpo y Sangre del Salvador, ‘para que el mundo crea’ (Jn 17,21)».

Esto último destaca lo que está anunciado en el Evangelio: «Habrá un solo rebaño y un solo pastor«. Esto pondría fin a la división entre Oriente y Occidente para que la Iglesia sea una sola. Por ahora se celebran 50 años de diálogo y unidad.

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