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FUE FIRMADO EN 2018 A ESPALADAS DE LOS EUROPEOS

El «reparto» de inmigrantes que rechazan Hungría y Polonia cumple el globalista Pacto de Marrakech

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. Reuters

Los 27 Estados miembros de la Unión Europea han llegado a un acuerdo el pasado jueves sobre políticas inmigratorias y de refugiados. El Reglamento de Gestión de Asilo y Migración y el Reglamento de Procedimiento de Asilo es fruto de ocho años de debates iniciados en 2015 debido a la profunda crisis abierta en el seno del continente por la diversidad de posturas frente a la riada de inmigrantes, refugiados y falsos refugiados con motivo de las devastadoras guerras de Oriente Próximo y el norte de África. 

El punto de inflexión que supuso ese momento ahondó en la división interna de la UE. Países del bloque oriental fueron los que más sufrieron las consecuencias de la invasión territorial provocada por el «efecto llamada» de líderes como Angela Merkel, quien reconoció poco antes de dejar la política el error que supuso la aceptación forzosa en Alemania de más de un millón de refugiados. Italia también sufrió una invasión por mar desde la isla de Lesbos cuyo flujo era —y sigue siendo— controlado por la Turquía de Erdogan. El chantaje manejado con destreza desde Ankara supuso un ingreso extra de 30.000 millones de euros en las arcas turcas, hecho que mostró al mundo la paralizante mentalidad que gobierna en Bruselas frente a los problemas inmigratorios. 

Desde entonces han sido varios los atentados sufridos en suelo europeo con refugiados o inmigrantes como responsables. El último de una serie de pesadilla se cometió el mismo día del acuerdo: un demandante de asilo en Francia, pero con estatus de refugiado en Suecia, apuñalaba a seis —cuatro de ellos niños— en un parque infantil de la localidad de Annecy, al sureste del país.

A pesar de este tipo de acciones, los ministros de Interior de la UE han llegado a un acuerdo de «solidaridad flexible», eufemismo para no decir abiertamente que se impondrá una cuota por país y, de no ser aceptada, supondrá una multa de 20.000 euros por cabeza. En el caso de que un Estado miembro se vea desbordado, los flujos podrán ser derivados a otros países. Sin embargo, este acuerdo no ha sido unánime como se pretendía en un momento: Hungría y Polonia han aportado algo de sentido común votando en contra de esta resolución, y otros como Bulgaria, Malta, Eslovaquia y Lituania se han abstenido. Sea como sea, el acuerdo es sólo un primer paso hacia el texto definitivo que tendrá que ser pulido por la Comisión Europea y después armonizarse con cada miembro negociando con los gobiernos. 

Es uno de los acuerdos dentro del marco del Pacto de Marrakech

Más allá de la noticia, este acuerdo y otros en la misma línea deben enmarcarse dentro del Pacto Mundial para una Inmigración Segura, Ordenada y Regular, lo que se conoce de manera coloquial como el Pacto de Marrakech. Este acuerdo, firmado en la ciudad marroquí en 2018, estableció vías —a espaldas de los europeos— para imponer a los Estados cuotas de inmigración a nivel global. Los que se adhirieron se comprometieron a aumentar las cuotas inmigratorias y el gasto destinado a este tipo de políticas. El reciente acuerdo a nivel europeo debe entenderse dentro de este marco. 

Los medios generalistas marcan el discurso

Tras conocerse el último ataque en Annecy, determinados personajes mediáticos no tardaron en llevar el hecho hacia su terreno para alertar de que ellos creen que es el verdadero peligro: la extrema derecha. 

Analistas en La Sexta se centraron de manera exclusiva en la realidad socioeconómica de determinados sujetos y en la falta de voluntad europea para integrarlos, sin mencionar en ningún momento los peligros de una política inmigratoria suicida y sin control alguno de las personas una vez entran en espacio Schengen. Otras, como la influyente presentadora Susanna Griso, no tardó en alarmar a los espectadores respecto a que ataques como este son «un regalo para la ultraderecha» y que supondría un aumento masivo en la intención de voto para líderes como Marine LePen. 

Estas palabras incendiaron redes sociales como Twitter. No era para menos, una presentadora se dedicó a alarmar sobre las consecuencias políticas de un atentado, no sobre el atentado en sí. Una muestra más del rapto mental y moral al que está sometido nuestro país. Medios del grupo Atresmedia no tardaron en movilizarse para defender a una de sus caras más visibles. El diario La Razón de Francisco Marhuenda achacaba las críticas a Griso a un supuesto ejército de bots y no a la consecuencia lógica de unas declaraciones infames.

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