La Unión Europea (UE) batió en 2023 su propio récord en trata de seres humanos: 10.793 víctimas registradas, un 6,9% más que el año anterior y la cifra más elevada desde que hay registros comparables, en 2008. Así lo revela Eurostat, que sitúa la tasa media en 24 víctimas por cada millón de habitantes.
Aunque la explotación sexual sigue siendo la modalidad más común —un 43,8% del total—, el informe señala un inquietante aumento de los casos de trata con fines de trabajo o servicios forzados, que desde 2019 ya representan entre el 28% y el 41% de los casos, muy por encima del rango del 14 al 21% observado entre 2008 y 2018. También se incrementaron otros fines de explotación como la mendicidad forzada, el fraude en las prestaciones sociales, las actividades delictivas o incluso la extracción de órganos, que sumaron un 20,2% del total.
Las cifras vuelven a reflejar que la trata de personas sigue teniendo rostro de mujer. Casi dos tercios de las víctimas eran mujeres o niñas, una proporción que no ha dejado de aumentar desde 2022. En el extremo opuesto, los hombres continúan representando la mayoría de los traficantes: sólo el 24% de los sospechosos y el 23% de los condenados eran mujeres.
El origen de las víctimas también muestra un patrón claro: el 64,1% procedía de países no pertenecientes a la Unión Europea. Solo el 28% eran nacionales del país donde se registró el caso. Bulgaria, Rumanía y Polonia concentran la mayoría de las víctimas nacionales, mientras que en países como Austria, Bélgica o España más del 80% de las víctimas eran extranjeras, muchas de ellas llegadas de forma ilegal al país y captadas por mafias.
Luxemburgo, Grecia, Países Bajos, Austria y Suecia encabezan la lista de países con mayor tasa de víctimas. En el caso luxemburgués, Eurostat atribuye las cifras a un aumento de las inspecciones laborales, lo que demuestra que cuando hay voluntad política y medios, se destapan redes ocultas de explotación.
Por otro lado, el número de presuntos traficantes también aumentó: 8.471 en 2023, un 5% más que el año anterior. Las condenas crecieron un 10,1%, con quince países de la UE registrando aumentos, lo que según el informe evidencia un mayor esfuerzo institucional por combatir esta lacra.
Pese a estos avances, las cifras reflejan que miles de mujeres, muchas extranjeras y en situación de vulnerabilidad, siguen siendo captadas, explotadas y silenciadas en pleno corazón de Europa. Mientras tanto, las fronteras siguen abiertas, y con ellas, el flujo constante de víctimas para las redes criminales que operan con impunidad.