A usted le pueden decir lo que les dé la gana: que se acostumbre a comer insectos, a pasar frío en invierno, a no viajar, a no usar el coche, a que su calidad de vida, en fin, roce niveles del Tercer Mundo. Pero nada de eso, ni las sucesivas cumbres climáticas con sus declaraciones grandilocuentes y apocalípticas, parece haber cambiado un ápice la situación general en el planeta, al contrario: según el informe de Revisión Estadística de la Energía Mundial recientemente publicado, el consumo de combustibles «fósiles» y las emisiones alcanzaron máximos históricos en 2023.
La demanda de los malvados combustibles fósiles no para de crecer para desesperación de ecologistas, que ponen el grito en el cielo, profetizando todo tipo de catástrofes como un aumento de la temperatura de un grado y medio a partir del cual nos esperan sequías, inundaciones y el derretimiento de los casquetes polares. El consuelo es que estos mismos llevan décadas haciendo predicciones sombrías que no se cumplen jamás.
Y tampoco parece que los gobiernos se lo estén tomando demasiado en serio, visto el récord de emisiones en 2023. Al menos no todos los gobiernos, y ese es el problema: de nada vale que los europeos se aprieten el cinturón verde y se hagan a las restricciones climáticas que empeoran sus vidas, porque hace tiempo que dejamos de ser el centro del mundo. Lo que importa es que China e India, principalmente, siguen quemando carbón y petróleo como si no hubiera mañana, sin que les importe un ardite que Greta llore y vocifere.
El año pasado fue el primer año completo de flujos de energía rusos desviados fuera de Occidente tras la invasión de Ucrania, y también el primer año completo sin importantes restricciones de movimiento relacionadas con la pandemia. De hecho, confirma que los intentos de estrangular las ventas rusas de combustibles fósiles han sido un completo fracaso, y el consumo global de energía primaria alcanzó un máximo histórico.
El informe registró tendencias cambiantes en el uso de combustibles fósiles en diferentes regiones. En Europa, por ejemplo, la proporción de combustibles fósiles en la energía cayó por debajo del 70% por primera vez desde la revolución industrial. Lo que no importa en absoluto mientras el llamado «Sur Global» siga quemando carbón y petróleo como locos. Así, los combustibles fósiles representan casi todo el crecimiento de la demanda en la India en 2023, según el informe, mientras que en China el uso de combustibles fósiles aumentó un 6% hasta un nuevo máximo.
El Instituto de Energía, el organismo industrial, publica el informe anual desde 2023 junto con las consultoras KPMG y Kearney. Reemplazaron a BP, autor del informe, una referencia para los profesionales de la energía desde los años cincuenta.