Mientras arden las calles de Bucarest y otras ciudades rumanas en protesta por el veto impuesto al soberanista Calin Georgescu, impidiéndole participar en unas elecciones en las que partía como favorito, los diputados soberanistas han anunciado una «huelga parlamentaria».
Liderada por la Alianza para la Unión de Rumanos (AUR), la iniciativa responde al «ataque a la democracia». George Simion, presidente de AUR, anunció la huelga en las redes sociales, declarando que todos los parlamentarios de AUR dejarían de asistir a las reuniones parlamentarias. «A partir de hoy, todos los diputados de la AUR se declararán en huelga parlamentaria«, dijo desde su cuenta en X. «Ya no asistirán a las sesiones plenarias ni a las comisiones. Las instituciones estatales han cometido un abuso inimaginable contra Calin Georgescu. ¡Estamos a su lado!”.
El caso de Calin es sólo el más reciente y extremo de una tendencia preocupante en toda Europa, tendente a impedir la participación democrática de los partidos soberanistas. Así, en Alemania los soberanistas de Alternativa para Alemania, sometidos a un férreo «cordón sanitario», quedaron en segundo lugar con el 20,8% de los votos en las recientes elecciones legislativas, pero el partido fue excluido del Gobierno en favor de los socialistas a pesar de haber tenido su peor desempeño desde 1945.
En Austria, el Partido de la Libertad, contrario a la inmigración, ganó las elecciones en octubre pasado, pero todavía se encuentra marginado por los demás partidos que se han confabulado para mantenerlo al margen. Y en Francia, el 31 de marzo un tribunal decidirá si Marine Le Pen es inhabilitada para ejercer su cargo durante cinco años por un supuesto «mal uso de fondos de la UE».