Quién la ha visto y quién la ve. Polonia se ha pasado muchos años resistiendo contra el viento de Bruselas y la marea de la cultura woke, sólo para sucumbir en las últimas generales a una coalición Frankenstein con el globalista Donald Tusk a la cabeza.
Y todo se ha dado la vuelta. Entran inmigrantes procedentes del Tercer Mundo, avanza la agenda progre y, en fin, en poco tiempo Polonia empieza a parecerse a cualquier otro país de Europa Occidental, dejando a Hungría como único bastión de la cordura.
Pero no parece que el cambio haya convencido al polaco de la calle. Una nueva encuesta de Ipsos para Krytyka Polityczna estima que el candidato de Ley y Justicia (PiS) ganará las elecciones presidenciales con el 30% de los votos y Plataforma Cívica (KO) quedará en segundo lugar con el 28%.
El partido soberanista Confederación quedó en tercer lugar con un 15%, seguido por Nueva Izquierda (8%) y Tercera Vía (7%). Alrededor del 2% de los encuestados indicó otros partidos y el 11% eligió «No sé/es difícil decirlo». Entre los indecisos predominan los partidarios del PiS.
Mientras tanto, el primer ministro Donald Tusk dijo a Gazeta Wyborcza que el candidato de la Coalición Cívica para presidente se anunciaría el 7 de diciembre. Tusk ha estado cortejando agresivamente a los votantes para su coalición, incluso declarando que el derecho de asilo debe suspenderse en Polonia, y dijo a Gazeta Wyborcza que «el Estado debe saber cómo luchar».
El intento de Tusk de retomar la inmigración ilegal como tema de discusión continúa siendo objeto de sospecha, y en declaraciones a Salon24 Kazimierz Kik, profesor de la Universidad Jan Kochanowski de Kielce, calificó de ingenua su declaración sobre la suspensión del asilo. «Debemos ser conscientes de que pronto tendremos un déficit de hasta tres millones de trabajadores en Polonia. Y esto significa que podemos estar condenados a una cierta apertura a los inmigrantes», aseberó.