«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
UNA INSTITUCIƓN VITAL PARA EL FRAUDE

El chavismo plantea la renovación del Consejo Electoral venezolano para fingir la democratización del régimen

Consejo Nacional Electoral de Venezuela - Reuters

El presidente de la Asamblea Nacional controlada por el chavismo, Jorge Rodríguez, afirmó que el régimen de NicolÔs Maduro valora iniciar un proceso de conformación de una nueva directiva Consejo Nacional Electoral (CNE), el órgano que maneja las elecciones en Venezuela, con miras a los eventuales comicios presidenciales de 2024.

ā€œEn la ronda de conversaciones que el presidente Maduro emprendió con distintos sectores de la oposición venezolana (…), en algunas de estas conversaciones, no pocas, apareció el planteamiento de la conformación de un nuevo CNEā€, dijo RodrĆ­guez la noche del lunes.

Actualmente el directorio del CNE estĆ” conformado por Pedro Calzadilla (presidente), Enrique MĆ”rquez, Alexis Corredor y Roberto Picón, quienes fueron nombrados en sus cargos en 2021. Una quinta rectora, Tania D’ Amelio, fue desincorporada recientemente al asumir como magistrada del Supremo venezolano, por lo que eventualmente hay que nombrar a su reemplazo. AsĆ­ las cosas, la correlación interna dentro del organismo en estos momentos es de dos rectores abiertamente chavistas (Calzadilla y Corredor) y dos que se supone son crĆ­ticos al chavismo (MĆ”rquez y Picón).

Sin embargo, MĆ”rquez y Picón, siendo supuestos representantes de la oposición en esta institución, poco han querido o han podido hacer realmente para que las elecciones sean eventos medianamente creĆ­bles. Al dĆ­a de hoy todo cuanto rodea a los comicios en el paĆ­s sudamericano remite a un esquema en el que Ć©stos solo fungen como paripĆ© de un chavismo que de tanto en tanto se ā€œlegitimaā€ a travĆ©s de las urnas.

El órgano electoral venezolano se caracteriza desde inicios de la era chavista hasta hoy por tener un registro en el que figuran personas con mÔs de un documento de identidad (dobles cedulados) y en el que aparecen individuos fallecidos votando, sin que dicha base de datos se haya auditado y limpiado desde hace años. Esto ademÔs de ser el epicentro de un sinfín de ilegalizaciones e inhabilitaciones a individuos y formaciones políticas críticas al régimen, que han quedado sin el derecho a presentarse en eventuales elecciones.

Aunado a ello, el propio elemento tĆ©cnico del organismo, que conduce los procesos electorales con base en un sistema de voto electrónico, estĆ” sometido a toda clase de dudas. Sobre todo desde que Smartmatic, la empresa contratada desde los primeros dĆ­as de ChĆ”vez en el poder para proporcionar el software y las mĆ”quinas con las que se vota, admitió pĆŗblicamente que era posible inflar los resultados de las elecciones a conveniencia, seƱalando ademĆ”s que durante la elección de la Constituyente chavista de 2017 se habĆ­an alterado ā€œal menos por un millón de votosā€ los resultados reales de aquellos comicios.

La ā€œrenovaciónā€ del CNE con la incorporación de rectores de supuesta tendencia opositora a la dictadura ha sido una maniobra recurrente del rĆ©gimen a lo largo de 20 aƱos para dotar de credibilidad a una institución y a unos procesos que, de suyo, no tienen credibilidad alguna.

Así es recordado el episodio de 2004, cuando un Hugo ChÔvez que se encontraba contra las cuerdas terminó saliendo victorioso de un referendo revocatorio que pretendía desalojarlo del poder. En el preÔmbulo de aquellos comicios mucho se cacareó sobre la imparcialidad que representaba un CNE en el que habían sido nombrados dos opositores, dos chavistas y un fiel de la balanza, que luego resultó presidiendo el organismo.

Sin embargo, Francisco Carrasquero -que así se llama el supuesto rector independiente- terminó siendo mÔs chavista que los otros dos que claramente jugaban a favor de la revolución, y posibilitando ademÔs toda clase de tropelías antes, durante y después de una elección que muchos asumen que es la primera en la que abiertamente y a gran escala ChÔvez y el chavismo cometieron irregularidades.

De allĆ­ en mĆ”s todas las elecciones organizadas por el rĆ©gimen venezolano han traĆ­do consigo la promesa de una renovación del ente electoral, en el que siempre ā€œahora sĆ­ā€ se va a contar con un directorio imparcial, o al menos ponderado, en el que la oposición va a tener representación calificada para ponerle coto a las irregularidades que dentro de Ć©l se cometen. Sin embargo, los sucesivos episodios de burla a la voluntad popular acontecidos durante casi dos dĆ©cadas dan cuenta de que todo se ha tratado de una gran farsa.  

En esta ocasión es obvio que los esfuerzos de Rodríguez se enmarcan dentro de la operación de regularización que la tiranía de Maduro estÔ adelantando sobre todo de cara al exterior, para intentar adecentar la imagen de su régimen y venderlo como uno en el que se organizan elecciones bajo una institución que tiene participación de factores de la oposición. Sin embargo, todo es pura mercadotecnia, pues en el fondo ni dicha institución es realmente transparente ni el chavismo estÔ dispuesto a ceder el poder así como así.

Una pretendida renovación del CNE se convierte ademĆ”s en el argumento perfecto para que el chavismo meta en el carril del electoralismo a la mayorĆ­a de los factores opositores venezolanos; todo bajo el argumento de que Ć©stos tienen a personas de su confianza organizando y vigilando el proceso. Sin embargo, el trĆ”mite remite a una nueva estafa, porque en realidad la tiranĆ­a jamĆ”s ha permitido que los actores disidentes tengan ningĆŗn peso real en la confección de las elecciones. SerĆ”, eventualmente, el mismo truco con distintos protagonistas. Tan solo eso y nada mĆ”s…

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