Era previsible. El memorando de entendimiento que dio pie a la más reciente iniciativa de “diálogo” organizado por el régimen chavista y ciertos sectores de la oposición venezolana cumplió el pasado 13 de agosto su primer aniversario sin producir ningún resultado concreto.
En 2021 la llamada coalición de la Plataforma Unitaria, que agrupa a varias formaciones de la oposición electoralista y la dictadura de Maduro se encontraron en México, con miras a producir acuerdos sobre temas fundamentales para Venezuela. Sin embargo, tras apenas dos rondas de conversaciones, ambos bandos solamente coincidieron en avanzar sobre un par de temas: defender a Venezuela en una histórica reclamación por el territorio Esequibo (una franja al oriente del país que actualmente da asiento a la Guyana Esequiba) y priorizar una agenda social en la que se revisase el impacto de las sanciones internacionales sobre la economía del país caribeño (aparentemente obviando la responsabilidad del propio Maduro en este problema).
Aunque ya estos dos temas avizoraban un panorama de espanto, dichos acuerdos preliminares se quedaron el papel. Nada de fondo se discutió realmente y al poco tiempo la iniciativa de México reventó, siendo el chavismo quien primero pateó la mesa. ¿El pretexto? Los representantes de Maduro insistían, por ejemplo, en que se incorporase al testaferro del régimen Alex Saab como parte de la delegación chavista en la mesa de diálogo. Saab actualmente es procesado por la Justicia de los Estados Unidos por cumplir un rol determinante para la dictadura en la evasión de las sanciones económicas impuestas por EEUU y Europa.
Ya en su momento otros opositores venezolanos que no participaron en el diálogo de México, como la líder de la formación Vente Venezuela, María Corina Machado, señalaron la inconveniencia de sentarse con la dictadura de Maduro en ese espacio, pues con ello simplemente se le daba aire a un régimen ávido de buscar legitimación internacional. De allí que Machado fustigó en agosto del año pasado tanto el memorando de entendimiento entre esos sectores de oposición blanda y el chavismo, como a la propia idea de hacerle concesiones al régimen, en tanto:
“Es repudiable por su indignidad: sacrifica años de lucha y miles de vidas. De un plumazo, unos cuantos individuos reniegan los logros y sacrificios de un movimiento de millones de venezolanos; la resistencia frente a las farsas electorales del 2018 y el 2020”, además de que se buscaba “darle legitimidad a la tiranía, quitarle las sanciones y permitir que la economía de mafias se expanda a todos aquellos decididos a cohabitar, a vivir calladitos en una jaula más grande”.
En esta iniciativa ha estado metida de lleno Noruega, quien incluso envió a principios de este mes a un representante a Caracas para que se instale en la capital venezolana de manera permanente. Así, se estima que Fredrik Laache estará en conversación directa y permanente con los representantes del chavismo.
Maduro no se ha quedado atrás y recientemente nombró a un nuevo embajador en el país nórdico. Ramón Gordils, un burócrata que durante la era madurista ha tenido responsabilidades fundamentalmente en la banca del Estado y la planificación económica, fue el designado para ejercer tal función. En medio de esto el Poder Legislativo -la Asamblea Nacional controlada por el chavismo- creó un grupo de “amistad” parlamentaria entre Venezuela y Noruega.
Algunos analistas locales han pensado que tales movidas podrían obedecer a que el chavismo está encaminado a retomar los diálogos en México que han contado con la intermediación del Reino de Noruega. Esta visión incluso podría ratificarse si se parte de una declaración reciente del jefe de la delegación opositora en dicha instancia, Gerardo Blyde. En una entrevista reciente Blyde apuntó que “hay altísimas probabilidades de un pronto regreso a la negociación”.
Sin embargo, si se atiende al criterio de la realidad, habría que señalar que Maduro actualmente tiene encima menos asedio del que pudo tener hace un año. Esto principalmente porque logró rebajar las presiones internas y externas en su contra.
Luego de haber conseguido encallejonar a la oposición con las truculentas elecciones regionales de noviembre de 2021, en las que la mayoría de los partidos adversos al régimen participaron abierta o veladamente, el mundillo opositor agrupado en la llamada Plataforma Unitaria (un conjunto de partidos mayoritariamente de tendencia socialdemócrata) se ha decantado por recurrir al electoralismo como única arma para enfrentar a Maduro. Esto al punto de que ya han anunciado precandidaturas para buscar disputarle la presidencia en 2024.
Por otra parte, la decisión de la Administración de Joe Biden de enviar recientemente a Caracas a delegados con miras a explorar las posibilidades de negociación con la tiranía venezolana, sumado a la actitud de complicidad con ella que ha asumido por la calle del medio el jefe de Exteriores de la Unión Europea, Joseph Borrell, han terminado significado un portazo a cualquier expectativa de ver al mundo presionar a Maduro. Bien por cansancio, bien por coincidencias de agendas, la “comunidad internacional» ha decidido ahora que aunque Maduro es ilegítimo y es un sujeto bastante reprobable en sus procederes, no hay mucho que hacer para sacarle del poder en lo inmediato.
Así las cosas, el diálogo de México no ofrece muchas perspectivas de procurar una solución real a la crisis venezolana. Todo esto en medio de un contexto en el que una encuesta de Ipsos realizada a líderes de opinión en Hispanoamérica sobre la popularidad de los distintos mandatarios de la región muestra a un Maduro con una aprobación de apenas el 5%, y una impopularidad que alcanza un máximo histórico del 92%.