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ARCE, EL MAS Y LA OPOSICIÓN FUNCIONAL LO CRITICAN

El expresidente Sánchez de Lozada propone una nueva Constitución para Bolivia

El expresidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada. Twitter

Acaba de registrarse un nuevo sismo político en Bolivia, esta vez de la mano del expresidente Gonzalo «Goni» Sánchez de Lozada, quien reaparece en el escenario político a sus 93 años de edad y luego de guardar 20 años de silencio en el exilio luego de que buena parte de quienes desde 2006 detentan el poder en Bolivia lo derrocaron en octubre de 2003.

Lo que hizo Sánchez de Lozada fue presentar este domingo una propuesta de nueva Constitución Política del Estado para el país, La Constitución de Todos, con el objetivo fundamental de restituir la República de Bolivia y, por tanto, el Estado de Derecho y la democracia representativa con inspiración liberal.

Las repercusiones no pudieron ser mayores; sobre todo por los motivos y la virulencia con las que tanto desde el oficialismo como desde la oposición denostaron tanto del expresidente como de su propuesta.

Entre los primeros en reaccionar ante la propuesta estuvo Luis Arce Catacora, quien sostuvo: «Hoy (Goni) vuelve con la intención de que discutamos una forma retrógrada de Estado donde lo Plurinacional se extinga, donde retornen los privilegios para unos cuantos, donde la democracia quede mutilada y sea una vez más, algo que solo unos grupos económicos puedan controlar». Y además añadió: «Quiere un retorno al tiempo de la República colonial y del neoliberalismo hambreador sometido a intereses externos».

El pronunciamiento de Arce se extendió también por medio de un comunicado ofrecido por María Nela Prada, ministra de la Presidencia en conferencia de prensa este lunes. Prada calificó la propuesta de «retrógrada, profundamente antidemocrática y vuelve a reflejar una vez más el desconocimiento absoluto de nuestra realidad como pueblo boliviano en el que el pueblo no participa, el presidente pasa a ser elegido por el Poder Legislativo, que busca el retorno a la república colonial y al modelo neoliberal».

Lo interesante ha sido que las críticas han sido contra la figura que el Movimiento al Socialismo se ha esforzado tanto en construir de Sánchez de Lozada alrededor de los hechos sucedidos en los llamados «Febrero Negro» y «Octubre Negro», y no así sobre el contenido y objetivo del documento presentado en distintos medios convencionales de comunicación escrita, y mucho menos sobre el contexto de profunda crisis en el que lo hace.

En otras palabras, Sánchez de Lozada apenas ha presentado una idea, pero eso ha bastado para que tanto el régimen de Arce como el MAS y la oposición funcional se encuentren al borde de una embolia. Sucede pues que el MAS rechaza a Sánchez de Lozada porque es el hombre de paja al que se le ha endilgado todo mal posible en su ausencia, mientras los opositores le hacen eco tanto a Arce como a Morales o simplemente se llaman al silencio, porque en un solo día el expresidente hizo una propuesta mejor elaborada y con más visión que la que ellos han podido hacer nunca.

Descalificar la propuesta de Constitución de Sánchez de Lozada sólo porque la plantea él, y además sin refutar y mucho menos plantear alternativa superior, habla de la pobreza de la clase política e intelectual del país, y explica su profunda crisis y gran parte de las causas de su subdesarrollo.

El conjunto de la clase política activa hoy en Bolivia, en cambio, nunca ha planteado cosa similar. Cuando se acercan las elecciones apenas elaboran panfletos llenos de demagogia inspirada en la coyuntura inmediata como plan de gobierno y que sólo alimentan el statu quo. Pero cuando se acercan las elecciones piden -e incluso exigen- el voto a cambio de absolutamente nada, más que ineptitud, prepotencia y corrupción.

Como no plantean nada -no tienen la capacidad ni valentía para tal fin- prefieren acomodarse a lo que hay y apenas se limitan a ser relatores de lo cotidiano. Con mostrarse mejor que su vecino y que éste además les tenga envidia, les basta y sobra. Qué decadencia.

La clase política opositora en Bolivia es decadente no sólo por funcional al régimen de la extrema izquierda en el poder, sino, y sobre todo, por acomodaticia y mediocre, pues han proferido los mismos adjetivos contra Sánchez de Lozada y han denostado su propuesta para restituir la República frente al colapso del Estado Plurinacional. Prefieren la anomia absoluta en la que ha degenerado el experimento plurinacional antes que la lectura que la propuesta de un documento de 30 páginas les obliga a hacer.

Lo peor de todo es que, a fin de cuentas, la vulgaridad del conjunto de la clase política instalada en el poder es lo actual porque la gente lo permite, porque la ciudadanía no le exige algo distinto, porque no cuestiona su narrativa y se deja distraer con el circo de sus vergonzosos tiktoks.

Más allá de su contenido concreto, que amerita una análisis y reflexión con suficiente detenimiento por su ambicioso objetivo y sus alcances, la propuesta de Sánchez de Lozada no sólo es pertinente, sino que además representa un ejercicio y esfuerzo intelectual mínimo que cada ciudadano boliviano consciente de lo que le toca hacia adelante en un entorno de profunda crisis podría hacer de manera humilde, desde donde puede y como puede, o que al menos invita a tener una opinión formada sobre la magnitud del desafío al que ahora se enfrenta el país.

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