«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
CONCLUYÓ CON UN ACUERDO QUE ABOGA POR ELECCIONES Y MÁS NEGOCIACIÓN

La cumbre organizada por Petro en Colombia allana el camino a la continuidad de Maduro

Cumbre internacional sobre el proceso político en Venezuela. Twitter

Este martes tuvo lugar en Bogotá la cumbre sobre Venezuela en la que participaron representantes del régimen chavista, la oposición y delegados de cerca de una veintena de países, entre los que destacó la representación de la Administración Biden y el titular de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell.

El evento, organizado por el presidente izquierdista colombiano Gustavo Petro, marca la reinserción de lleno del dictador venezolano Nicolás Maduro en el campo internacional, buscando darle piso político y económico de cara a la convocatoria de un proceso electoral presidencial en 2024 que destaca -al igual que otros anteriores- por presentar pocas garantías reales de transparencia.

La cita estuvo además precedida por el intento del líder opositor -y hasta hace poco presidente interino del país- Juan Guaidó de integrarse a las conversaciones, en medio de su abrupta llegada a Bogotá tras dejar Venezuela en medio de supuestas nuevas amenazas de cárcel en su contra. Sin embargo, la diplomacia colombiana, encabezada por el canciller Álvaro Leyva, vetó a Guaidó el acceso a la Cumbre arguyendo que este no estaba invitado a la misma.

Avanzada la tarde-noche del lunes se supo que el dirigente opositor dejó el territorio colombiano y puso rumbo a los Estados Unidos, donde se espera que se permanezca próximamente en condición de exilado, dada la imposibilidad de su regreso inmediato a Venezuela. Guaidó ha dicho que buscó ser escuchado en el evento organizado por el Ejecutivo colombiano, pero le impidieron participar en la Conferencia.

De igual manera, el chavismo ha dejado en claro que no está dispuesto a emprender negociación alguna si antes no se desestiman las investigaciones que desde hace meses se le siguen al régimen venezolano por presuntos delitos de lesa humanidad en el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya.

Al mismo tiempo el jefe del Parlamento chavista, Jorge Rodríguez, exigió el desmontaje inmediato de las sanciones económicas internacionales que se han impuesto al Estado venezolano, así como la liberación de Álex Saab, un testaferro que actualmente está siendo procesado en los Estados Unidos por ser pieza clave en una trama de blanqueo de capitales a favor de la dictadura para evadir dichas sanciones. 

Esta cumbre es el resultado concreto de meses de cabildeo del Gobierno de Petro a favor de la dictadura socialista venezolana, sirviendo hasta ahora como su canciller ante el mundo. En lo que va de su administración el mandatario ha sostenido hasta cuatro encuentros con el tirano Nicolás Maduro. Además de ello, el jefe de Estado colombiano estuvo la semana pasada en la Casa Blanca en una reunión con Joe Biden abogando por Maduro.    

En la noche del martes se conocieron los tres puntos en concreto que fueron acordados durante la conferencia: el establecimiento de un cronograma electoral para “celebrar elecciones libres y con plenas garantías”, el levantamiento de sanciones financieras internacionales impuestas a la tiranía chavista y, finalmente, dar continuidad al proceso de negociación entre el madurismo y sectores de oposición que ha quedado estancado en México. Aunado a ello se ha acordado convocar una segunda cumbre para abordar el caso venezolano y dar seguimiento al cumplimiento de lo acordado este martes.

Tras este resultado es evidente que puntos sustanciales como la liberación de presos políticos o el drama que viven cerca de ocho millones de venezolanos que por razones económicas debieron dejar su país de origen quedaron fuera de la agenda de discusión. Más bien, el acuerdo alcanzado se asoma como un panfleto genérico que aboga por una solución electoralista en un país en el que el derecho al voto ha sido completamente pervertido tras años de fraudes y burlas a la soberanía popular propiciados por el oficialismo.

De igual modo, se plantea una vuelta a unas negociaciones en las que históricamente el chavismo siempre ha dado una patada a la mesa o ha ganado tiempo para asentarse en el poder, en virtud de su nula disposición de hacer concesiones a quienes disienten de él.

De allí que en medio de la cumbre un grupo de venezolanos radicados en Colombia manifestaron en la Plaza Bolívar de Bogotá su desagrado con la iniciativa propiciada por Gustavo Petro. En las pancartas de los manifestantes se alcanzaron a leer consignas como: «¡No a una negociación a la medida del dictador!».

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