El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha alcanzado este lunes sus primeros cien días de gobierno en esta nueva etapa al frente del gigante sudamericano. «Brasil ha vuelto», proclamó el domingo Lula en un artículo en el ‘Correio Braziliense’ en el que hizo un breve repaso de sus primeros cien días.
«Aun así, cien días han sido suficientes para revertir un escenario atroz», ha destacado el mandatario brasileño, que ha lamentado los «problemas heredados» y abogado por la vuelta a la unidad tras años marcados por la polarización política y social.
Lula ha concluido sus primeros tres meses con un nivel de aprobación del 38 por ciento, según un sondeo publicado este mes por el periódico ‘Folha de Sao Paulo’, estando por debajo de los niveles con los que arrancó sus mandatos previos, en 2003 y 2007, cuando acumulaba un 43 y un 48 por ciento de popularidad, respectivamente.
Lula ha confirmado como presidente lo que ya había anticipado como candidato, entre otras cosas que volvería a situar a Brasil en el escenario internacional y situaría de nuevo en la agenda aspectos de los que Bolsonaro se había desligado como la lucha contra el cambio climático. También ha mantenido una intensa agenda de viajes, con China como gran objetivo a corto plazo.
También ha tenido que lidiar con el empeoramiento de la crisis humanitaria de los indígenas yanomamis y, en el terreno económico, ha plantado cara a grandes directivos de la banca y se ha enfrentado públicamente con el Banco Central, a cuenta principalmente de los elevados tipos de interés y de la supuesta falta de autonomía de su presidente, Roberto Campos Neto.
El mandatario, que quiere precisamente aumentar el gasto público y revisar el sistema fiscal de Brasil, se encuentra ante un escenario frágil en el terreno de los mercados. Para este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que el PIB brasileño aumente un 1,2 por ciento.
