El Pix, un sistema de pago instantáneo creado por el Banco Central de Brasil en 2020, rápidamente se convirtió en la opción favorita para transferir dinero en el país iberoamericano. Gratuito para personas físicas, permite transacciones rápidas, seguras y sin intermediarios, funcionando las 24 horas del día. Con más de 133 millones de usuarios, el Pix es celebrado por su practicidad, pero su uso masivo también ha atraído la atención del Gobierno como una herramienta para ampliar la fiscalización tributaria.
Fue precisamente esta intención de monitorear las transacciones financieras a través del Pix la que puso al Gobierno de Lula en el centro de una fuerte reacción popular, amplificada por un video del diputado federal Nikolas Ferreira (PL-MG). La publicación se hizo viral, superando los 300 millones de visualizaciones, y obligó al Ejecutivo a revocar una medida que establecía el monitoreo de transacciones superiores a 5.000 reales mensuales. Sin embargo, mientras retrocedía en esta propuesta, el Gobierno intensificó los ataques contra Ferreira, convirtiendo al diputado en un objetivo de sectores oficialistas y de la prensa alineada con el Planalto.
La medida del Gobierno y su impacto en los trabajadores informales
La propuesta de la Receita Federal estipulaba que las instituciones financieras debían reportar al Gobierno las transacciones mensuales superiores a 5.000 reales realizadas por personas físicas. Según el Ejecutivo, la medida tenía como objetivo combatir a los grandes evasores fiscales, pero en la práctica generó un gran temor entre los millones de brasileños que dependen de la economía informal.
Para una gran parte de trabajadores que realizan trabajos ocasionales, venden productos o prestan servicios sin formalización, como repartidores y empleadas domésticas, esta norma representaba un cambio drástico. Muchas de estas personas, que actualmente no declaran el impuesto sobre la renta, podrían ser identificadas y obligadas a rendir cuentas a la Receita Federal, incrementando la carga tributaria sobre los sectores más vulnerables.
Nikolas Ferreira abordó precisamente esta cuestión en su video. «El gobierno quiere saber cómo alguien gana 5.000 reales y paga 10.000 con tarjeta, pero no quiere saber cómo una persona que gana un salario mínimo logra sobrevivir», dijo el diputado, señalando la contradicción de un Ejecutivo que, bajo el pretexto de combatir a los evasores, apunta a los trabajadores informales y a la clase media.
Marcos Cintra, exsecretario de la Receita Federal, reforzó las críticas al Gobierno al señalar que el límite de 5.000 reales era demasiado bajo. Según él, la medida terminó generando pánico innecesario y perjudicaría a quienes no son el verdadero objetivo de la fiscalización. «El gobierno comunicó muy mal la medida», afirmó Cintra, sugiriendo que el techo podría haber sido fijado en 50.000 reales para evitar perjudicar a los contribuyentes de menores ingresos.
Nikolas Ferreira y la narrativa de las «fake news»
Mientras el video de Nikolas Ferreira acumulaba millones de visualizaciones y se convertía en el tema más comentado en Brasil, la prensa oficialista, liderada por medios como Globo, comenzó a construir la narrativa de que el diputado estaba difundiendo fake news. La estrategia buscaba desacreditar las críticas de Ferreira, a pesar de que el contenido del video dejaba claro que él no acusaba al Gobierno de «gravar el Pix», sino de usar el sistema como una herramienta de control fiscal para luego encuadrar a los trabajadores informales en el pago del impuesto sobre la renta.
En realidad, Ferreira desmintió la idea de una imposición de gravámenes directos sobre el Pix y expuso el problema principal: el monitoreo ampliado de las transacciones financieras y sus consecuencias para millones de brasileños. Sin embargo, sectores de la prensa alineados con el Ejecutivo distorsionaron sus declaraciones, intentando generar la impresión de que estaba divulgando información falsa. El objetivo era minimizar el impacto del video y desviar la atención del debate legítimo sobre las implicaciones de la medida.
Nikolas Ferreira: del video viral a la persecución política
El video de Nikolas Ferreira, con más de 300 millones de visualizaciones, marcó un punto de inflexión. Su enfoque claro y contundente sobre el impacto de la medida en la vida diaria de los brasileños generó una ola de resistencia digital. La publicación rápidamente ganó fuerza en las redes sociales, consolidando hashtags como #ImpeachmentDoLulaJá y ampliando la base de seguidores del diputado, que sumó alrededor de 700 mil nuevos seguidores en pocos días.
Sin embargo, la viralización del video también convirtió a Ferreira en blanco de sectores oficialistas. La periodista Eliane Cantanhêde, de GloboNews, afirmó que «desacreditar y atacar medidas públicas es un crimen», una declaración que provocó fuertes reacciones en las redes sociales. Esta afirmación fue interpretada como un intento de intimidar críticas legítimas y de encuadrar al diputado por su discurso disidente.
Por su parte, el abogado general de la Unión, Jorge Messias, utilizó el episodio para reforzar la necesidad de un «marco regulatorio» para las redes sociales. Según Messias, plataformas como Facebook e Instagram facilitan la diseminación de desinformación y sería necesario establecer un control más estricto sobre los contenidos publicados. Aunque no mencionó directamente a Ferreira, el contexto deja claro que la declaración fue un mensaje para los críticos del Gobierno, sugiriendo que discursos como el del diputado podrían ser castigados bajo una nueva normativa.
El futuro de las libertades en Brasil
El episodio del Pix dejó importantes lecciones sobre los riesgos del exceso de control estatal y la necesidad de que la sociedad se mantenga alerta para proteger sus libertades. Aunque la presión popular logró derrotar una medida de control fiscal draconiana, la disposición de sectores del Gobierno para perseguir a los opositores y limitar el espacio para críticas legítimas sigue siendo una amenaza constante.
Nikolas Ferreira resumió bien el sentir de la población: «Si no detenemos al Gobierno, el Gobierno detendrá a Brasil». Su video viral mostró la fuerza de una oposición conectada con las demandas populares, pero la lucha por la libertad y la justicia fiscal está lejos de terminar. En tiempos de censura, persecución y aumento de impuestos, la resistencia democrática debe ser más fuerte que nunca.