Usamos cookies para mejorar tu experiencia de navegación. Más información.
¿Similar al anterior aunque ahora afortunadamente sin cadáver?
Madrugaba el cura Olinos, mañanita de San Juan, a dar agua a su chiquito por las orillas del mar.
Seguro que Don Francisco Pardo, obispo de Gerona, me entiende. Los curas de Gerona también. Y unos cuantos fieles de las orillas del mar.
Uno empieza a entender como Don Francisco ha podido adelgazar tanto. De disgustos.
Pero ocultarlos, señor obispo, no conduce a nada. Que hoy todo se sabe. Y cuando se descubre salpica al obispo que, conocedor de todo, miraba para otro lado.
El nuevo caso ya le está señalando con el dedo. Me resisto a ser más explícito. Y además no es necesario. Y si no quiere actuar por usted, hágalo por todos los curas de verdad, de su diócesis y de las demás, que no se merecen que la gente piense que son todos iguales.
La foto de Don Francisco es anterior a los disgustos. Si los Franciscos obispos de diócesis que terminan en ona patentaran sus régimenes de adelgazamiento se hacían de oro.