«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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la gaceta de la semana

De las bicis y el transporte público de Sánchez a la Ley de Memoria Trans

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Europa Press

Pedalead, malditos. China tiene algo que cautiva. Un no sé qué que provoca en los mandatarios extranjeros cierta fascinación. Ya le ocurrió, por ejemplo, a Ceaucescu cuando la visitó en 1971 y quedó tan admirado que, a su vuelta a Rumanía, quiso implantar una propia revolución cultural, con coloridos y marciales desfiles para cada efeméride. Esta semana, a nuestro amado líder le ha sucedido algo parecido tras su viaje al dragón milenario. Ha anunciado solemnemente que el Estado gastará cuarenta millones de euros para promocionar la bicicleta, vehículo muy querido del maoísmo. No debe extrañarnos, hay una indisimulada agenda europea que pretende la implantación de un neocomunismo sostenible. Es decir, ni coger el coche ni el avión y comer arroz bio cada día. Esto de la bici va por ahí. Si Sánchez y von der Leyen lo consiguen, en unos años Madrid podría tener el aspecto de la Tirana de los años setenta.

Ironía sobre ruedas. Los acontecimientos se suceden, a veces, con irónica mala leche. Mientras en medios y redes resonaban todavía los ecos de Sánchez y sus bicis, hubo un magnífico caos en la red de alta velocidad, otrora ferroviaria joya de la corona. Miles de personas fueron devueltas a los tiempos de la lentitud, cuando el tren de vía ancha (ancho ibérico) tardaba una jornada entera en conectar Madrid y Barcelona. Pero no termina ahí la tragicomedia de esta España socialista. El tercer acto lo llenaba una campaña del gobierno en favor del transporte público. Como para no pillar un rebote. 

Fuego amigo. No me gustan las selvas. Nunca estuve en una pero viendo en los documentales las cosas horrendas que allí suceden preferiría no pisarlas nunca. Monos chillando, criaturas que se comen unas a otras, bichos venenosos y esa humedad insoportable. Incluso para Tarzán era un lugar fastidioso, lleno de problemas. Menos mal que tenía la compañía de la bella Jane, amén de la simpática Chita. A pesar de todo, los científicos siempre han afirmado que las selvas son una bendición para el planeta, sus pulmones y todo eso. No seré yo quien contradiga a la ciencia, bien está que existan y, por fortuna, estén lejos de Europa. La noticia hoy es que la Amazonia brasileña sufre un devastador incendio. Sin embargo, ustedes no percibirán el acostumbrado alarmismo, las desgarradoras declaraciones de ministros progresistas, de ecologetas a sueldo, de las gentes de la cultura llamando a la indignación y señalando a los responsables políticos de la catástrofe. ¿Será porque gobierna Lula y no Bolsonaro?

De la camisa al vestido. A estas alturas, podemos afirmar que el viejo Wittgenstein, al decir que ética y estética eran lo mismo, tenía más razón que un santo. Para desgracia de esta nación política, venimos comprobándolo desde que un tal Iglesias apareciera en la vida pública con la pretensión de asaltar los cielos. Hubo precedentes en el Parlamento catalán, aquellas camisetas y cortes de pelo batasunos de los pijos zarrapastrosos de la CUP. Pero la imagen pavorosa fue cuando vimos en las Cortes a Pablo, con el pelo sucio y una camisa sobada, casi podía percibirse el humano olor a varios jornales sin ducha. No sé, uno recuerda a los capitostes del socialismo real siempre de traje y corbata. Ordenaban la caída en desgracia de un oponente en el comité central o el fusilamiento de un poeta desviado, pero lo hacían vestidos con corrección, como caballeros. Observando la obra dejada por el tal Iglesias, comprendemos que el desaliño podemita ha sido sincero y, sobre todo, coherente. No debe por tanto extrañar que la diputada andaluza Martina Velarde subiera esta semana a la tribuna de oradores con un vestido más acorde a cena veraniega en chiringuito de playa. Naturalmente, esa falta de decoro, el manifiesto desprecio a la institución, ha sido rebatido con el siempre útil feminismo, la bandera que todo lo resuelve. “Sólo faltaba que las diputadas tengamos que ir al Congreso vestidas como nos dicen los señoros de derechas”, escribía la jefa Belarra arropando a su Martina.

Aquí ya no se calla nadie. Leo que en Barcelona, ya la segunda ciudad de Europa en el bonito ranking de robos con violencia (la tercera es Melilla, qué cosas), el 98% de esos delitos lo cometen marroquís. Y no precisamente adultos con trabajo o ancianos. De toda la vida, en Marruecos la idea de emigrar a España plantea dos posibilidades vitales: o ir a laborar o a robar. Sucede algo parecido con las mujeres jóvenes hispanoamericanas, pero en su caso la cuestión se debate entre limpiar domicilios o dedicarse a la prostitución. Al menos hasta poder conseguir los papeles. Para el caso de nuestros vecinos magrebíes, y dado el confortable sistema que procuramos a los ladrones, el dilema entre deslomarse recogiendo fruta o integrarse, por ejemplo, en la Barcelona delictiva genera pocas dudas. Además, el joven carterista puede optar a una paguita del Estado. No es extraño que la olla a presión comience a silbar en ciertos barrios como el Raval, donde hay toque de queda en las residencias de ancianos. Y, aunque el silencio mediático y político, salvo honrosas excepciones, sea elocuente, aquí ya no se calla nadie.  

Adiós, Europa. Mario Draghi, que viste trajes de corte excelente, ha anunciado que Europa ha perdido su puesto competitivo mundial. Todo en medio de este ambiente cultural, social y político suicida que sus dirigentes alimentan a rajatabla. Bueno, será el vicio de Europa, que ya se ha suicidado varias veces. La última vez, Primera Guerra Mundial, lo hizo sin muchos miramientos y con gran decisión. Hoy día los tiempos son más finos, se debe poner fin con delicadeza, casi sin darnos cuenta. Ahora comprendo el fervor de ciertas elites (como Almodóvar) por la eutanasia y el aborto. Hay ahí un mensaje, una metáfora de gran calado. 

Titulares. No es nada nuevo, pero la prensa acogedora de becarios nos está dando algunos titulares que pueden conducir a confusión. Una noticia de El Mundo nos contaba estos días que un sujeto había cometido un asesinato tras tirarse de un cuarto piso y morir. Y en Málaga Hoy podía leerse: «El juez envía a prisión al presunto parricida de Campanillas tras asestarle una decena de puñaladas». Como dejó escrito Antonio Carpo en X, «eso es un juez y lo demás son tonterías».

La pela. Ya lo adelantó el entonces podemita Errejón, cuando marcó la linea a seguir por la ultraizquierda (no todo va a ser ultraderecha) en su toma e instalación en el poder. Se trataba de crear una extensa red clientelar de organismos ocupados por ellos. En cierto modo, han cumplido el plan. Sólo hay que fiscalizar el inmenso entramado de asociaciones feministas, antifascistas y todorollo que reciben ayudas públicas. Ahora, la Federación Plataforma Trans ha presentado a los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados (salvo a PP y VOX) una propuesta para una Ley de Memoria Trans. Su objetivo sería conseguir una paga vitalicia para «las víctimas LGTBI del franquismo». Con un par.

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