Las injerencias de Estados Unidos en los procesos electorales de otros países deben dejarnos tranquilos, porque es siempre por nuestro bien. Entendido.
Mientras la ‘trama rusa’ se disuelve en un patético chiste y la temible injerencia rusa en las elecciones norteamericanas se reduce, tras casi un año de investigación, a trece particulares rusos comentando en redes sociales, el exdirector de la CIA reconoce que Estados Unidos sí ha influido de todas las maneras en elecciones y asuntos internos de otros países. Pero es distinto, porque ha sido siempre «por una buena causa, en interés de la democracia».
El pasado viernes en Fox, Laura Ingraham se lo preguntó a bocajarro -¿no ha influido secretamente Estados Unidos en las elecciones de otros países?- a James Woolsey, que dio una respuesta impagable: «Probablemente, pero era por el bien del sistema a fin de evitar que los comunistas se hicieran con el poder». Ah, en ese caso, vale.
A ver si me aclaro. Hay que estar alarmadísimos porque trece particulares rusos, a los que no se ha encontrado conexión alguna con el Kremlin, opinaron en redes sociales a favor de Trump (y de Bernie Sanders y Jill Stein) y creer que de algún modo han tenido un peso mayor en el ánimo del votante que Hillary Clinton con el apoyo del FBI, la CIA, Hacienda, cuatro expresidentes, todos los medios de comunicación de peso, las universidades, Hollywood, Wall Street… Pero las injerencias de Estados Unidos en los procesos electorales de otros países deben dejarnos tranquilos, porque es siempre por nuestro bien. Entendido.
Pero Woolsey peca de modestia con ese «probalemente», si hacemos caso de lo que cuenta el exagente Loch Johnson en The New York Times. Johnson recuerda que la CIA derrocó a líderes electos en Irán o Guatemala en los cincuenta; apoyó golpes de Estado en los sesenta y organizó asesinatos políticos.
En cuanto a elecciones, el investigador de la Universidad Carnegie Mellon Dov Levin ha registrado injerencias americanas en 81 procesos electorales. Más curioso: en la propia ‘acusada’ de injerir en las elecciones norteamericanas, Rusia, la CIA intervino para que el comunista Zuganov no se impusiera sobre el ‘hombre de Washington’, Boris Yeltsin.
Por otra parte, los expertos en inteligencia se muestran escépticos en cuanto a la vinculación de los recién encausados con el Kremlin. De tratarse de una operación oficial, aducen, hubiera estado más organizada, hubiera sido más masiva y hubiera contado con un presupuesto mayor.
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