China ha comenzado a aplicar restricciones severas al acceso de vehículos eléctricos a aparcamientos subterráneos, en respuesta a una oleada de incendios que ha despertado inquietud tanto entre las autoridades como entre los propietarios de edificios.
Las limitaciones, que inicialmente surgieron por iniciativa de compañías privadas, cadenas hoteleras y comunidades residenciales, se están extendiendo progresivamente por diversas regiones del país. La causa principal: los riesgos de incendio asociados a las baterías de ciertos modelos de coches eléctricos, especialmente los más antiguos con tecnologías menos estables, según avanza La Razón.
En ciudades como Ningbo y Hangzhou, se han registrado múltiples episodios de vehículos eléctricos ardiendo de manera repentina en sótanos de edificios, generando situaciones de gran peligro en espacios cerrados donde la ventilación y la capacidad de intervención de los equipos de emergencia son limitadas.
Como solución provisional, muchos conductores están siendo dirigidos a estacionamientos exteriores, donde es más fácil contener un incendio y actuar rápidamente en caso de emergencia. Este tipo de aparcamientos también permite una respuesta más eficaz por parte de los bomberos y reduce la posibilidad de que el fuego se propague a otras zonas del edificio.
Paralelamente, algunos desarrollos residenciales de nueva generación han optado por adaptar sus instalaciones para minimizar riesgos. Entre las medidas adoptadas destacan la instalación de sensores térmicos sobre las plazas de aparcamiento, sistemas automáticos de rociadores con agua y vigilancia constante mediante cámaras.
Incluso se están diseñando espacios específicamente dedicados a este tipo de vehículos, separados del resto y con estructuras más amplias y altas que faciliten el acceso de los servicios de emergencia en caso de incendio. Estas zonas suelen estar equipadas con líneas de agua presurizada, extintores especializados y sistemas de contención que actúan de inmediato al detectar altas temperaturas.
Aunque las restricciones actuales no proceden directamente del Gobierno central, el aumento de incidentes ha obligado a las autoridades locales a contemplar normativas más estrictas en materia de seguridad. La creciente popularidad de los coches eléctricos en el país ha puesto de relieve la necesidad de adaptar las infraestructuras a los nuevos desafíos tecnológicos que representan.
Con la electrificación del parque automotor en pleno auge, el debate sobre la seguridad de estos vehículos en espacios cerrados continúa abierto. Mientras tanto, las restricciones a los garajes subterráneos se consolidan como una solución preventiva frente a un riesgo que, aunque poco frecuente, puede tener consecuencias graves.