«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El 'caso Weinstein' salpica a la cúpula del Partido Demócrata 

La caída en desgracia del poderoso productor Harvey Weinstein, cofundador de Miramax, acusado de violaciones y abusos sexuales está provocando un delicioso festival de hipocresía.


La caída en desgracia del poderoso productor Harvey Weinstein, cofundador de Miramax, acusado de violaciones y abusos sexuales -el número sube por días, casi por horas- está provocando un delicioso festival de hipocresía.
Lo que ha sido un rasgo reconocido, al menos, por la leyenda popular del mundo del cine -el infame ‘sofá del productor’-, se recibe hoy, con la acusación colectiva contra Weinstein, con un escándalo asombrado en el que, sinceramente, resulta difícil creer.
Después de todo, muchas de las historias que están saliendo a la luz estos días tienen más de dos décadas de antigüedad y, sobre todo, revelan una impunidad y una continuidad que hacen más que cuesta arriba pensar que alguien de su entorno pudiera ignorarlo.
Hablamos, no sé, de Angelina Jolie, de Gwineth Paltrow, de Mila Sorbino, Jessica Alba, Uma Thurman… Cualquier joven con ambición y una cara bonita sabía, cuando accedía a la presencia del poderoso productor, que tenía que ser ‘amable’ con él si quería llegar a alguna parte en el ultracompetitivo Hollywood.
Hay un margen muy estrecho, casi inexistente, para la ignorancia, y aquí empieza la primera gran hipocresía que desvela el ‘affaire’: que el mundo del cine, que se ha convertido en la ‘conciencia moral’ de Occidente y derrocha un puritanismo espectacular en todas sus causas -no siendo la del feminismo y el acoso sexual la menor de ellas- es una sentina de abusos y de prepotencia sexual.
Desde luego, es poco dudoso que Harvey Weinstein está lejos de ser un caso aislado, y su peripecia demuestra que la ley del silencio y la doble vara de medir es la moneda corriente en ese enrarecido mundo de supertriunfadores.
La segunda gran hipocresía es aún más nociva para el panorama político norteamericano, porque si Hollywood es sólidamente progresista, vendiendo en sus productos la Narrativa que se ha convertido en la dogmática del actual pensamiento único, Weinstein ha sido especialmente beligerante en este sentido, donando enormes cantidades a la campaña de Hillary Clinton y hablando sin descanso en apoyo de todas las causas de la izquierda. Lo hizo en su día, como todos en el mundo del cine, contra el ‘machismo’ del candidato Donald Trump.
Y ahora empieza la fiesta y los asombros inverosímiles, como los de la propia ex candidata demócrata a la presidencia, la mujer que sabe todo de todo el mundo y hoy se siente «conmocionada y apenada» de saber que su viejo amigo y valedor Weinstein era un abusador de jovencitas aún peor que su propio marido, el ex presidente Bill Clinton.
Todos, todos están sorprendidísimos, incluyendo Tarantino, que empezó su carrera gracias al magnate de Hollywood, pero la sangría ha empezado y vuelan las acusaciones, que no se van a quedar en Weinstein. El actor Ben Affleck -solo un botón de muestra- ha recibido ya tres acusaciones de acoso sexual.
Puso el dedo en la llaga el cantante y ex actor Corey Feldman en una entrevista con ABC News cuando afirmó que «el problema principal de Hollywood ha sido y siempre será la pedofilia». Feldman, que sufrió el ostracismo de la industria tras estas declaraciones, se siente reivindicado a medias estos días de incesantes acusaciones cruzadas.
No es el único que ha intentado lanzar la voz de alarma. En una entrevista concedida al Sunday Times hace unos años, Elijah Wood, el actor que da vida a Frodo en El Señor de los Anillos, declaró que «hay muchas víboras en este sector, gente que solo tiene en mente su propio interés. Hay mucha oscuridad en el bajo vientre: si puedes imaginarlo, probablemente ha sucedido».
Los abusos, siguió diciendo Wood, no salen a la luz porque las víctimas «no pueden hablar tan alto como la gente en el poder. Esa es la tragedia de intentar revelar lo que le está pasando a gente inocente».
El coordinado ataque contra Wood tras estas declaraciones le obligaron posteriormente a rebajar el tono, confirmando irónicamente su mensaje.
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