El Gobierno de Israel ha aprobado este viernes la entrada de dos camiones al día con combustible a la Franja de Gaza. Una medida que ha sido celebrada tímidamente puesto que desde las organizaciones de ayuda humanitaria ya advirtieron de que para paliar las necesidades sería necesario un flujo constante.
El gabinete de guerra israelí ha dado luz verde a la entrada de los camiones tras el visto bueno del Ejército y de los servicios de Inteligencia y después de una petición previa de las autoridades de Estados Unidos.
En esta ocasión, el objetivo es «garantizar el mantenimiento mínimo necesario de los sistemas de agua, residuos y saneamiento» y así impedir el brote de enfermedades que «potencialmente» puedan extenderse también a Israel.
Un primer envío, de 23.000 litros de combustible, estaba destinado a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, que sólo podía utilizarlo para el repostaje de vehículos para la entrada de ayuda. La organización estima que hacen falta unos 160.000 litros por día para paliar las graves carencias en la Franja.
Las autoridades de Israel han advertido además de que vigilarán que el combustible que entra en Gaza no termine en manos de Hamás y confían en que este tipo de gestos amplíen el margen de maniobra diplomática para seguir con su ofensiva y «eliminar» al movimiento terrorista.
El ministro de Seguridad Nacional Ben Gvir ha cuestionado lo que considera una «política equivocada» del gabinete de guerra, del que él no forma parte, criticando que sea momento de permitir el envío de combustible. «Mientras nuestros rehenes no reciban siquiera una visita de la Cruz Roja, no tiene sentido dar al enemigo regalos humanitarios», ha zanjado.
También el responsable de Finanzas, Bezalel Smotrich, cree que es «un grave error», porque implica «dar oxígeno al enemigo» y permite al líder de Hamás, Yahya Sinwa, «sentarse cómodamente en su búnker con aire acondicionado, ver las noticias y seguir manipulando a la sociedad israelí y a las familias de los secuestrados».