Bruselas presentará un plan de inversiones para África cuya conclusión es clara: si la puerta está cerrada, pueden entrar por la ventana.
«La Unión Europea debe abrir caminos legales para que los inmigrantes que quieran puedan venir». Las palabras de Jean-Claude Juncker certifican los planes del globalismo para la nueva Europa que llevan poniendo en marcha desde el mes de septiembre desde 2015, cuando estalló la mal llamada «crisis de refugiados» tras la ruptura del acuerdo migratorio con Turquía.
Las fronteras europeas se abarrotaron entonces de miles de inmigrantes que buscaban alcanzar Europa. Aunque la prensa internacional y los principales líderes políticos quisieron cubrir lo que ocurría bajo el pretexto humanitario, la realidad era bien diferente: los verdaderos refugiados eran sólo una pequeña porción del flujo de migrantes -varones y en edad de trabajar- que llenaron los centros de acogida de las principales ciudades.
Meses después, Angela Merkel tuvo que dar marcha atrás a su política migratoria y el ‘Welcome Refugees’ quedó en el olvido. Bruselas maniobró entonces para plantear a la opinión pública que la inmigración era «vital» para el futuro del continente. Cabe destacar que mientras desde las instituciones comunitarias realizan estas afirmaciones, las ayudas a la natalidad descienden año a año. La primera ministra polaca, Beata Szydło, reprochó a Juncker que Europa «diera la espalda a los padres que desean formar una familia».
La cumbre del 29 y el 30 de noviembre en Abiyán tiene como objetivo fijar una serie de inversiones para África porque «es un continente con retos pendientes, pero también potencial». El llamado ‘plan Juncker’ fue recibido con optimismo por los países miembros, pero las posteriores palabras del presidente de la Comisión no apuntan en este sentido. No obstante, Bruselas espera movilizar inversiones privadas de hasta 44.000 millones de euros en el horizonte 2020.
«Si los que vienen a Europa ya no pueden ingresar por la puerta de la casa, seguirán entrando por las ventanas traseras», aseguró Juncker. Unas afirmaciones que echan por tierra la política migratoria seguida hasta el momento de la UE y que demuestran que el objetivo de las élites no es otro que lograr una mano de obra más económica en suelo europeo. De hecho, Felipe González, George Soros y algunas de las empresas más importantes del mundo, como Airbus, aprovecharon la situación para exigir la retirada del salario mínimo interprofesional.
Según Juncker, Europa «necesitará la inmigración africana en las próximas décadas». En 2016, la ONU presentó un plan para España que abogaba por recibir a 12 millones de inmigrantes -unos 240.000 al año- hasta 2050 para mantener su actual fuerza de trabajo. «Es inevitable. La evolución de la población es muy predecible, los comportamientos de mortandad apenas variarán y es poco probable que se produzcan cambios en la natalidad en Europa o Asia», aseguró Joseph Chamie, director de la División de Población
‘Cada país tiene su responsabilidad’
Juncker también aprovechó la ocasión para lanzar un dardo a los países de Visegrado, principales opositores al sistema de cuotas comunitario. El presidente de la Comisión rechazó el discurso de políticos como Viktor Orbán y explicó que cada Estado «tiene su responsabilidad».
«Veremos qué hacen los Estados miembros al respecto», aseveró Juncker, que evidenció el veto a los discursos alternativos en el seno de la UE al exigir que dejaran de lado su programa político y se centraran en las decisiones de la Comisión Europea.
«África no es un continente que se convertirá en parte de nuestra historia mañana. África siempre ha sido parte de la historia», sentenció Juncker.
La inmigración, fuera de la agenda oficial
Una de los grandes misterios de la cumbre africana es que la inmigración haya quedado fuera de los actos oficiales. No obstante, Federica Mogherini, que participó esta semana en una cumbre poblacional antes de Abiyán, dio por hecho que el asunto acabará siendo objeto de discusión, especialmente tras conocerse las «inaceptables» compraventa de inmigrantes en Libia.
En un comunicado conjunto con el presidente de la Unión Africana, Alpha Condé, Mogherini condenó el trato «inhumano» y la «esclavización» de inmigrantes en el país africano y urgió a poner «fin inmediato a estas prácticas y otros actos criminales de tráfico de seres humanos».
Subastas de esclavos en Libia
“200 euros los más débiles, los otros te los dejo en 500”. Secuestrados y vendidos como esclavos, este es el destino final de muchas de las personas que llegan a la zona para cruzar el mar Mediterráneo atraídas por las ofertas de las mafias migratorias que operan con total libertad en aquel país que un día se llamó Libia, hoy convertido en una extensión de terreno sin orden ni gobierno.
La BBC puso en evidencia la realidad que se vive en Libia, donde las autoridades europeas se han demostrado incapaces de fijar un rumbo para ayudar a encauzar la situación del país, donde dos parlamentos conviven sin legitimidad alguna y los señores de la guerra han tomado posiciones en las principales ciudades. Durante años, los ciudadanos que han intentado cruzar al Mediterráneo sufrieron el horror en sus carnes palizas, secuestros y hasta la esclavización.
Las playas que se extienden entre Trípoli y la frontera con Túnez se han convertido en los últimos dos años en el bastión principal de las mafias que trafican con seres humanos, pese a la presencia de patrulleras europeas.
Un informe de la Organización Internacional de las Migraciones, agencia que pertenece a las Naciones Unidas, alertó de la existencia de “mercados de esclavos” en Libia, donde se “venden como mercancía” inmigrantes indocumentados y refugiados que llegan desde los países subsaharianos.
Mugabe y Zimbawe
Asimismo, se espera que sea objeto de discusiones en los márgenes de la cumbre la nueva situación política en Zimbawe, tras la dimisión de Robert Mugabe, una decisión aplaudida por la UE, que se ofreció a ayudar al país en su transición.
«La decisión del presidente Mugabe de renunciar demuestra que ha escuchado la voz de la gente», señaló Mogherini tras conocer la esperada dimisión después de casi 40 años en el poder.
La jefa de la diplomacia europea subrayó el «objetivo compartido» de lograr «una transición ordenada e irreversible hacia elecciones democráticas genuinas» en el país africano y avisó de que «la consolidación del orden constitucional y el respeto por los derechos fundamentales y las libertades son clave», al tiempo que ha apelado a «un diálogo incluyente» en el país.
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