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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Rusia confirma que la OPAQ no ha encontrado armas químicas en el centro sirio

No había armas químicas en ninguno de los tres objetivos atacados en territorio sirio el 14 de abril por EE.UU., Reino Unido y Francia, ha afirmado el representante del Estado mayor ruso.


La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ha confirmado la ausencia de armas químicas en el centro de investigación de Barza en Damasco, donde según Estados Unidos el Gobierno sirio estaba desarrollando sustancias venenosas, ha revelado en rueda de prensa el jefe de la Dirección General de Operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, el coronel general Serguéi Rudskoi.
«En 2017, la OPAQ realizó inspecciones en los laboratorios de dicho centro de investigación que confirmaron la ausencia de cualquier actividad relacionada con el desarrollo y la producción de agentes químicos», aseguró Rudskoi.
«Su análisis no identificó sustancias tóxicas en la instalación destruida. Eso muestra que en dicho centro de investigación científica desde hace mucho tiempo no se había realizado trabajo con sustancias tóxicas», indicó.
Rudskoi cuestióno la lógica de las cúpulas militares de EEUU, Reino Unido y Francia a la hora de elegir los blancos de ataques: «Si allí realmente hubiera habido reservas de sustancias tóxicas, los ataques con misiles de crucero habrían podido generar grandes focos de contaminación, y en el caso de Damasco inevitablemente habrían muerto decenas de miles de personas».
«Justo después de los ataques en esas instalaciones destruidas estuvieron muchas personas que trabajaban allí y simples curiosos, sin ningún medio de protección; ninguno de ellos resultó afectado por sustancias tóxicas», sentenció.

Historia de un montaje

El supuesto ataque químico en Duma por parte del Gobierno de Bashar Al Assad, que sirvió de pretexto a las potencias occidentales para volver a bombardear siria, fue un montaje a manos de los Cascos Blancos. Esto al menos es lo que se desprende del testimonio de un menor sirio que participó en la grabación a cambio de varias raciones de comida.
Hasán Diab, así se llama el pequeño, fue colocado por la «organización humanitaria» junto a otros menores para grabar un reportaje sobre los efectos de las armas químicas en los menores. Todo era mentira y apenas unos días después su testimonio ha desmontado una farsa, otra más, de la eterna guerra que libra Occidente en Siria.


«Estábamos en el sótano. Mi madre me dijo que no había nada para comer. Luego oímos un grito en la calle. Estaban gritando que todos fuéramos al hospital. Fuimos corriendo al hospital. Y cuando entré, me agarraron y me echaron agua encima. Después, nos metieron en la cama junto con otras personas», asegurño el pequeño al canal de televisión Rossiya 24.
El corresponsal de guerra del canal Evgueni Podubni señaló que al niño lo obligaron a salir en el vídeo: «El niño no tenía nada que comer, le ofrecieron arroz, dátiles y galletas». El propio padre de Hasán confirmó el testimonio del periodista y ha lamentado el ataque contra el pueblo sirio.
«Cuando me enteré de que mi hijo estaba en el hospital, pedí permiso para irme del trabajo y corrí hacia allí. No había armas químicas. Cuando estaba fumando en la calle, no sentí nada. Al entrar al hospital, vi a mi familia. Les dieron dátiles, galletas y arroz por participar en el montaje y nos dejaron ir a todos. Mi hijo se sentía muy bien», sentenció.

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