«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La narrativa oficial sostiene que somos demasiados seres humanos

La Tierra supera los 8.000 millones de habitantes pese a las políticas globalistas que buscan reducir la población

El canciller alemán, Olaf Scholz, y el primer ministro de India, Narendra Modi. Europa Press

El mundo ha superado los 8.000 millones de habitantes recientemente y no han tardado en salir los neomalthusianos de turno a clamar a gritos que es necesario despoblarlo para que no colapse. No es necesario un análisis muy profundo para entender que en sus proclamas hay gato encerrado.

La narrativa oficial de que somos demasiados seres humanos en la Tierra como para poder sobrevivir teniendo en cuenta los niveles de producción de alimentos viene de largo. Concretamente, de 1798 cuando Thomas Malthus desarrolló la teoría según la cual nos reproduciríamos mucho más rápido que el nivel de desarrollo tecnológico que capacitase la producción para sustentarla. Keynes, el economista, recogió el testigo y continuó desarrollando esa idea. Desde entonces, ha sido uno de los pilares de la agenda de las élites globalistas.

Muchos no creen esto, pero las actuales políticas climáticas no son por el bien del planeta Tierra. Estas son la excusa, el pretexto que sirve para llevar a cabo la despoblación de todos los continentes. La aplicación de esta guía, como en todo, no es lineal ni homogénea, y en muchos casos no ha hecho falta ni siquiera decirlo abiertamente. El crecimiento económico y tecnológico, unido a un modo de vida hedonista, individualista y consumista, ha hecho el trabajo sucio.

Robert McNamara, secretario de Defensa de Estados Unidos entre 1961 y 1968, y posterior presidente del Banco Mundial a partir de ese momento, lo promovió desde el principio en su nuevo cargo. Las políticas económicas a nivel global están, desde entonces, ligadas a políticas de despoblación. Les sonará el nombre de Henry Kissinger, una de las figuras más influyentes en la política exterior estadounidense desde mediados del siglo XX y el cerebro de muchas de las guerras llevadas a cabo desde entonces. Elaboró un informe en 1974 conocido comúnmente como Informe Kissinger pero cuyo nombre oficial es NSSM200. Este informe viene precedido de otro de la Fundación Rockefeller de 1972. El documento del estratega de origen judeoalemán incluía estrategias que el imperio debería llevar a cabo para mantener la soberanía estratégica sobre el resto del mundo. Entre ellas, la promoción del aborto con el objetivo de reducir la presión demográfica en determinados países cuyos recursos naturales se consideraban estratégicos y, así, conseguir que el ritmo de consumo se redujese para poder disponer de ellos durante más tiempo.

Seguramente esto a muchos les suene a conspiración y es que, de hecho, lo es. Ante la duda, aquí se puede leer en detalle. No sólo se habla del aborto como estrategia para despoblar, sino que recomendaba el estudio y la promoción de los métodos anticonceptivos de los que disponemos hoy en día.

El derecho a matar

Aunque para algunos todavía resulte difícil de creer, la promoción del aborto en nuestras sociedades viene exactamente de aquí. De ahí que el argumento del aborto como derecho sea el utilizado de manera habitual. ¿Se imaginan que para venderlo nos dijeran algo como «vamos a promover el aborto para que tengáis menos hijos porque nos interesan los recursos de los cuales ustedes son soberanos»? Sería muy estúpido. Tan estúpido como pensar que la cultura de la muerte es por nuestro bien. Es natural ligar la promoción de lo que se conoce eufemísticamente como «interrupción voluntaria del embarazo» con otra práctica aprobada en diciembre de 2020, la eutanasia. Y es que para despoblar el planeta estas dos herramientas son clave. El «derecho a la muerte digna» es otra forma de marketing político de una práctica dañina para las sociedades en su conjunto. Por un lado, eliminamos seres humanos por nacer. Por otro, nos quitamos de encima a las personas que no producen o suponen una carga importante para el Estado (pensiones, etc.).

¿Resultado? Menos nacimientos, más fallecimientos. La cuadratura del círculo convertida en derechos «para la gente». Maravillosamente perverso, ¿verdad? Pues cientos de millones de personas en el mundo lo han comprado con todas las consecuencias.

La veracidad de los datos

Según los catastrosfistas climáticos, no pararemos de crecer en número hasta implosionar. Algunos han tildado a las madres de familias numerosas de «conejas». Para estos es mejor tener uno o dos hijos como mucho. Y si en vez de hijos tienes mascotas, mejor. Los datos expuestos a continuación son de Naciones Unidas.

El año 2086 supondrá el punto de inflexión para la población mundial. A partir de ese momento, entraremos en default, es decir, serán mayores los fallecimientos que los nacimientos.

La caída de la población será general pero, aun así, África ocupará el primer puesto en crecimiento. 2045 será el año en que la población africana también empiece a descender aunque seguirá dominando al resto de continentes en este campo.

En sociología se habla de la cifra de 2,1 hijos por mujer como la mínima para mantener el reemplazo generacional. Históricamente, los países más desarrollados han sido menos fértiles que los menos desarrollados. Nuestra civilización perdió el tren del reemplazo ya en 1975. Los estragos que vinieron después de 1968 se notaron pronto. La ruptura de la familia y la promoción de ideologías disolventes vinieron bien empaquetadas por el marketing imperial: la época hippie, drogas, sexo, rock and roll, las películas de instituto con protagonistas de anuncio, Hollywood… Todo pasa por algo, y el plan siempre ha estado trazado con tiralíneas. En la Comunidad de Madrid, sin ir más lejos, hay más perros que niños menores de cinco años.

Ante la pregunta de qué lugar ocupa Europa, la respuesta es sencilla: el último. Basta con mirar alrededor para encontrar culpables. Aún más cerca para dar con sus votantes. Han estado gobernando en Moncloa, en París, en Berlín, en Londres… y en Bruselas.

Quizá en este mapa se observe mejor el presente y se entienda el futuro. La presión demográfica africana no va a parar hasta el punto de que en 2100 será el continente más poblado. Países como Nigeria tienen una natalidad de más de cinco hijos por mujer. Si en España tenemos apenas 1,4, es sencillo imaginar qué futuro nos espera. Avisar de esto algunos lo llaman racismo, cuando son simples matemáticas. Algunos, en su pensamiento mágico, creen que África cabe en Europa. Basta con superponer Europa en África.

Entre los países más poblados están China e India. Además, tienen el mayor número de habitantes con una edad inferior a cinco años. Si en Occidente apenas nacen niños, y una condición necesaria para dominar a otros es tener una demografía creciente y superior al resto, tampoco es muy difícil imaginar qué futuro han diseñado los burócratas que dicen trabajar por nuestro bien. «Todo por el planeta Tierra» ha sustituido al «Todo por la patria».

En 2058 habremos superado los 10.000 millones de habitantes y en 2091 habremos llegado al punto de inflexión. ¿Se acuerdan cuando Sánchez dijo que en 2100 España tendrá la mitad de habitantes y que había que celebrarlo porque, al haber menos alumnos, la inversión en educación será más rentable? No lo decía porque sí. El psicópata de la Moncloa sabe de lo que habla, o al menos sabe interpretar el papel que le toca (que no es poco).

El cambio climático y las fronteras abiertas, indispensables

Este último dato es fundamental para comprender que la emergencia climática que nos venden no es tal. Ocasio-Cortez, la política demócrata estadounidense estridente, llegó a decir que el mundo acabaría en 12 años (lo dijo hace tres o cuatro, por lo que nos deben de quedar ocho como mucho), así que u Ocasio miente o los datos de proyección de población mundial mienten. Toda esta narrativa catastrofista está enmarcada en la promoción apocalíptica del cambio climático. No es más que eso. Si no, ¿por qué Obama, Gates y otros tantos han comprado mansiones al borde del mar? Ellos saben cosas que nosotros no, y muy preocupados no deben de estar. Greta Thunberg va en la misma línea. Sólo es una portavoz de aquellos que quieren que pasemos por el aro. Saben que mediante la razón es imposible convencer, por eso juegan con un imaginario oscuro, con el miedo irracional. Y les funciona.

Nos venden la eutanasia demográfica a la que estamos siendo sometidos. Sabemos que no tenemos hijos, sabemos que envejecemos y vivimos más años que nuestros antepasados. Quienes gobiernan nuestras sociedades, en vez de promocionar la natalidad autóctona de los países europeos, promueven el tráfico masivo de personas hacia nuestros países. Según algunos, Europa necesita decenas de millones de personas. En esta noticia de 2021, la cifra asciende a 60 millones de inmigrantes. Un país más poblado que España.

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