«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Kim y Moon escenifican un emotivo primer paso hacia la reconciliación

La cercanía que quisieron escenificar ambos líderes contrasta con el período de tensión máxima que se vivía hace solo unos meses en la península corea.


Los líderes de las dos Coreas, Kim Jong-un y Moon Jae-in, protagonizaron hoy una cumbre cargada de emotividad y de gestos destinados a escenificar un acercamiento, con el que ambos mandatarios quieren dar el primer paso hacia la reconciliación.
La esperada e histórica cumbre arrancó con una primera imagen para el recuerdo, el instante en que el líder del Norte cruzó a pie la militarizada frontera y pisó territorio surcoreano -un hecho nunca visto hasta ahora- y estrechó la mano al presidente del Sur.
Moon y Kim mantuvieron un emotivo encuentro durante el cual intercambiaron algunas palabras, bromearon y cruzaron a ambos lados de la línea divisoria en varias ocasiones cogidos de la mano, todo ello en el único punto de la demarcación donde las tropas del Norte y el Sur se ven cara a cara.
«Ha sido una decisión muy valiente por su parte el venir hasta aquí», dijo Moon, quien también se preguntó cuándo podría devolver él esta visita a Kim y viajar al Norte, según las palabras recogidas por la cadena surcoreana KBS y la oficina presidencial de Seúl.
«Quizás ahora es un buen momento para que vengas», respondió Kim, y acto seguido le llevó de la mano al lado norteño de la demarcación en un gesto que no estaba previsto en la milimétrica planificación del encuentro, y al que Moon accedió con naturalidad.
El presidente surcoreano, de 65 años, se mostró muy sonriente en todo momento, mientras que Kim, al que Moon casi dobla en edad, apareció con un semblante más serio, aunque también hizo alarde de buen humor y carisma en su primera gran aparición mediática en directo y seguida a nivel mundial.
Al inicio de las reuniones formales ambos continuaron intercambiando bromas sobre cómo los lanzamientos nocturnos de misiles del Norte interrumpían el descanso de Moon, o sobre la popularidad en el Sur de la hermana del líder, Kim Yo-jong, directora de propaganda, asesora muy cercana del mariscal norcoreano y hoy también participante en la cumbre.
Kim Yo-jong, una figura clave en el deshielo intercoreano que viajó al Sur en febrero con motivo de los Juegos Olímpicos de PyeongChang y actuó de mediadora para organizar la cumbre, estuvo muy presente durante toda la jornada de hoy y se mantuvo en todo momento cerca de su hermano.
Tras replantar juntos un pino cuyas verdes agujas simbolizan «la llegada de la primavera al Norte y al Sur», Kim y Moon dieron un paseo por un bosque próximo a Peace House, y en este bucólico escenario protagonizaron una íntima y larga conversación sentados frente a frente en sendos bancos y sin compañía de asesores.
La cercanía que quisieron escenificar ambos líderes contrasta con el período de tensión máxima que se vivía hace solo unos meses en la península corea, y que Norte y Sur quieren dejar atrás de forma definitiva con la declaración conjunta firmada al término de la cumbre.
«No habrá más guerra en la península. Con esta declaración abrimos una nueva era», dijo el presidente surcoreano en un discurso junto a Kim Jong-un al término de la reunión, en la primera ocasión en la que mandatarios de las dos Coreas comparecen juntos y realizan una intervención al término de una cumbre intercoreana.
Kim, por su parte, destacó que «el mundo les observa» y afirmó que lo acordado hoy permitirá «evitar que se repitan los errores del pasado», además de destacar que Norte y Sur «son un mismo pueblo» y «no deben volver a enfrentarse» sino «avanzar juntos hacia la unificación».
Los dos líderes culminaron su maratoniana jornada con la asistencia a un banquete celebrado en Peace House, edificio situado al lado sur de la frontera donde mantuvieron sus dos rondas de encuentros.
En la cena, Kim y Moon estuvieron acompañados de sus respectivas esposas, Ri Sol-ju y Kim Jung-sook, y también contaron con la compañía de artistas del Norte y del Sur y de amplias delegaciones de alto nivel.
Los comensales disfrutaron de un menú compuesto por platos de los dos países cargados de simbolismo, entre ellos pescado a la parrilla de Busan, donde creció Moon, acompañado de patatas rosti al estilo de Suiza, donde se educó Kim, o fideos fríos típicos de Pyongyang, cuna del líder norcoreano.

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