El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha participado este jueves en la Asamblea General de la ONU. Allí, el líder socialista, acuciado por una grave crisis de su Gobierno, ha reivindicado el valor del diálogo para construir consensos y ha defendido su política migratoria que incluye medidas como el auxilio de migrantes en alta mar y que considera un «imperativo moral».
Sánchez, que intervenía por primera vez ante la Asamblea General de Naciones Unidas, ha hecho una cerrada defensa del multilateralismo. Un discurso exactamente contrario al protagonizado por Donald Trump, que reivindicó la soberanía nacional frente al intento globalista de desdibujar las naciones.
Para Sánchez, sin embargo, el mundo se enfrenta hoy a grandes desafíos globales y a los gobernantes se les piden hechos para una «auténtica agenda del cambio».
Profundo sentido de la empatía
«Este tiempo no requiere de mensajes nacionales o excluyentes. Es el momento de forjar un nuevo liderazgo cooperativo desde la voluntad no sólo de escuchar al otro, sino de entender el porqué de sus razones, de asumir con un profundo sentido de la empatía que nadie por sí solo tiene el monopolio de la verdad», añadió.
Por ello, consideró necesario que haya liderazgos capaces de construir consensos y forjar acuerdos.
Apartado especial dedicó al problema migratorio, ante el que instó a reconocer la situación que el drama de los refugiados provoca en los países receptores.
Por ello pidió compromiso con esos estados y, «por encima de todo, justicia y reparto equitativo de esta responsabilidad en la que todos -dijo- tenemos la obligación de ayudar».
Sánchez explicó que España ha sufrido los embates de la crisis económica como pocos estados en Europa Occidental y, pese a ello, la inmensa mayoría de la sociedad jamás ha dado la espalda al drama migratorio.
«Me siento orgulloso de ello. Me siento orgulloso de una sociedad que no se ha dejado radicalizar al calor de un discurso xenófobo y basado en la cultura del miedo al diferente», añadió. Sin explicar cuál es el discurso xenófobo al que se refiere, Sánchez miraba hacia el pasado de España, y recordaba que «fue un país de emigrantes y de refugiados».
«Y por ello no vamos a escapar de nuestros compromisos internacionales. Si acogemos un barco a la deriva en el Mediterráneo con 630 seres humanos es tanto porque la legislación internacional lo exige como porque es un imperativo moral», explicó en referencia a la acogida de los migrantes del buque Aquarius. Acogida que, días después, negó a otro de los barcos de ONGs que fomentan la migración irregular en el Mediterráneo.
Además, frente a la imagen de «países fortaleza, de narrativas excluyentes y xenófobas», contrapuso «solidaridad, humanidad y respeto».
Ese desafío dijo que es bien conocido en España porque es un país de origen, tránsito, destino y retorno y, por ello, defiende una política migratoria cuyo objetivo último sea abordar las causas profundas de la migración, como la pobreza, la degradación ambiental o la ausencia de expectativas.
Tras pedir que se sitúe la dignidad del ser humano en el centro de la acción política, Pedro Sánchez garantizó el compromiso de España en la defensa de ese valor y llamó a hacer frente a problemas como la discriminación de las mujeres, la pobreza infantil o el cambio climático.
También apeló a avanzar en medidas para garantizar la seguridad y la lucha contra el terrorismo y consideró que hay pocos ámbitos como éste en el que la cooperación y el multilateralismo pueden dar mejores frutos.
Pero al mismo tiempo calificó de imprescindible combatir el odio y la violencia en todos los foros y evitar que los jóvenes caigan presos del fanatismo y los discursos radicales y excluyentes.
Para Sánchez, la verdadera fuerza de la ONU no reside en los méritos pasados, sino en lo que puede conseguir para ganar el futuro.
«Se trata -precisó- de convertir el cambio en un catalizador para alcanzar el desarrollo sostenible».
En esa línea, abogó por «reconquistar a la opinión pública» frente a su escepticismo ante la ONU y «ganar la batalla» al desafío del descrédito de la política.
Como es habitual en las intervenciones de los presidentes del Gobierno españoles ante la Asamblea General de la ONU, hizo referencia a la situación en Gibraltar y en el Sahara.
El Brexit y Gibraltar
Respecto a Gibraltar dijo que la posición de España es conocida y se alinea con la doctrina de Naciones Unidas.
Pero añadió que el «brexit» conlleva la salida del Gibraltar de la Unión Europea y desea que se aproveche esa circunstancia para que la nueva relación entre la UE y el Peñón, «y que ha de pasar inevitablemente por España», aporte prosperidad y beneficie a toda la región, tanto a los gibraltareños como al Campo de Gibraltar.
En relación con el Sahara explicó que España desea contribuir a los esfuerzos de la ONU para alcanzar una solución «justa y duradera y mutuamente aceptable, que prevea la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental en el marco de las disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de Naciones Unidas».
Sánchez concluyó su intervención reiterando su defensa de un liderazgo cooperativo y utilizando para ello una cita del poeta León Felipe: «Lo que importa no es llegar solos y los primeros, sino llegar todos juntos y a tiempo».