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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Trump y Arabia Saudí deciden el futuro del acuerdo nuclear con Irán

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

El presidente norteamericano, que durante la campaña prometió dar la espalda a los países que apoyan y financian al terrorismo, hipoteca el tratado nuclear a una reunión con el régimen saudí, enemigo histórico de Teherán.


El presidente estadounidense, Donald Trump, conversó con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, sobre la posibilidad de retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, además de abordar los conflictos en Yemen y Siria y las perspectivas de paz entre israelíes y palestinos.
Trump planea decidir antes del 12 de mayo si mantiene a Estados Unidos en el acuerdo suscrito con Irán por el Grupo 5+1 (integrado además por Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) y pidió para ello consejo al heredero al trono de Arabia Saudí, enemigo regional de Teherán y frecuente crítico del pacto, firmado en julio de 2015 en Viena.
«Habrá que volver a evaluar el acuerdo de Irán en un mes. Veremos lo que ocurre», dijo Trump a la prensa al comienzo de su reunión con el príncipe heredero saudí en la Casa Blanca.
«Irán no ha tratado a esa parte del mundo, ni al propio mundo, de forma adecuada, están pasando muchas cosas malas en Irán», añadió Trump.
El pasado enero, Trump dio un ultimátum a sus aliados en Europa para que negocien con él, antes del 12 de mayo, un acuerdo suplementario que corrija los «defectos» del acuerdo de Viena, del que aseguró que EEUU se retirará si no se toma esa medida.
La Casa Blanca aseguró este lunes que la conversación entre Trump y Bin Salman tendría un «papel clave» en la decisión que el presidente estadounidense tome sobre el acuerdo nuclear con Irán.
«Una de las cosas que nos dicen con regularidad los saudíes, los emiratíes y los israelíes es que no tuvieron una voz relevante en el proceso (de 2015), y (Trump) quiere asegurarse de que entendemos sus preocupaciones de seguridad» antes de decidir, dijo a los periodistas un funcionario estadounidense, que pidió el anonimato.

Israel no es el enemigo

Hace tiempo que los países árabes cambiaron de enemigo. Ante la imposibilidad de debilitar a Israel, Arabia Saudí entendió que su principal rival no era otro que Irán, con el que mantiene una suerte de guerra fría desde hace años y que se evidenció hace unos meses con la dimisión fallida del primer ministro libanés, Saad Hariri, que viajó a la capital del reino islámico árabe antes de volver a su país vía París.
La Guerra Fría fue una proxy war que se libró en numerosos frentes durante casi 40 años. Actualmente, el conflicto de este tipo más evidente es el que libran Riad y Teherán en países como Irak, Siria, Yemen, Líbano y Bahrein. La rivalidad entre ambas naciones se ha convertido en una lucha por la hegemonía en Oriente Medio. La visita de Donald Trump a Arabia Saudí levantó una gran expectación y una de sus consecuencias más evidentes podría ser esta distensión entre los países árabes e Israel.
¿Qué enemigo común tienen Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí? La respuesta a esta pregunta es evidente. El régimen de Teherán mantiene frentes abiertos con los tres países. Las relaciones con Estados Unidos continúan muy debilitadas a pesar de la firma de los acuerdos nucleares, mientras que con Israel son inexistentes y con Riad el enfrentamiento lleva abierto varias décadas.
La rivalidad entre ambas naciones va en aumento. La Guerra Civil Siria ha evidenciado la preeminencia de Irán en la zona gracias al poderío logístico de su gran aliado, Hezbolá. La milicia chií ha logrado sacar importantes réditos del conflicto en Siria y sus combatientes han pasado de realizar ataques terroristas a librar una guerra en campo abierto, lo que supone un importante adelanto para un futuro conflicto a gran escala. Las autoridades saudíes entienden la amenaza y el bloqueo a Qatar ha supuesto un toque de atención a sus países vecinos: nadie en el Golfo negociará con Irán sin el permiso de Riad.

El comienzo de todo

Para entender el conflicto entre Arabia Saudí e Irán hay que remontarse a la revolución que tuvo lugar en el país persa en 1979. Desde Riad miraron con recelo el proceso liderado por el ayatolá Jomeini por temor a que el efecto contagio llegara al país y los ciudadanos se levantaran contra la monarquía de los Saud. Además, la intención de Jomeini de crear un Estado legítimo y representativo para los musulmanes amenazaba la posición de los sauditas como líderes del mundo islámico.
Irán trató de llevar la revolución más allá de las fronteras y posibilitó la creación de grupos, en su mayoría chiíes, para derrocar a gobiernos en Irak, Afganistán e incluso Arabia Saudí. La monarquía de Riad conoció las intenciones de Teherán a través de la CIA y creó el Consejo de Cooperación del Golfo (GCC). Además comenzó a maniobrar para influir en todos los países de la zona y, durante la guerra entre Irán e Irak en 1980, prestó apoyo logístico y armas al segundo. Las relaciones diplomáticas de Irán y Arabia Saudí fueron suspendidas por tres años después de la guerra.
Desde la caída de Sadam Husein, la mayoría chiita en Irak ha dirigido el Gobierno del país y ha mantenido relaciones muy estrechas con Teherán. La influencia iraní se ha extendido hasta las mismas fronteras de Arabia Saudí y ha creado la llamada “media luna chiita”, que une a Irán, Irak, Siria y Líbano.
De hecho, Bagdad ha acusado a Arabia Saudí de apoyar a los grupos sunitas radicales y de fomentar la violencia sectaria en Irak.
Probablemente el factor más significativo detrás de la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí sea la religión, pero no es el único. Ambos países compiten por influir en sus vecinos, son las potencias hegemónicas de la zona. Teherán ha dado su apoyo a la causa palestina contra Israel y ha acusado a los estados sunitas de ignorar los problemas palestinos y de representar los intereses occidentales.
En Siria, Irán ha sido junto a Rusia el principal aliado del presidente, Bashar Al Assad, y su apoyo ha sido vital para derrotar al Estado Islámico y contener a los rebeldes moderados. Arabia Saudí, por su parte, ha financiado a los grupos sunitas y ha formado parte de la coalición internacional.
El petróleo y su comercio también han sido motivo de disputa entre ambas potencias, pues mantienen una visión antagónica en torno a los precios. Arabia Saudí es un país más rico y no tiene reparos en tolerar una caída de la cuantía del barril. Irán, que fue excluido durante años del mercado mundial por las sanciones, necesita que los países corten su producción -se producen casi dos millones de barriles de petróleo más de los que se necesitan- para aumentar los ingresos y paliar las afecciones de su débil economía.
 

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