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Es un estudio sobre una base cuantitativa

Una investigación concluye que el Covid se ensambló en un laboratorio utilizando métodos comunes

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom. Europa Press

Que miles de millones de personas se hayan visto obligadas durante años a creer que el virus que ha cambiado el mundo para siempre tenía un origen natural, una zoonosis azarosa pasando de un murciélago o un pangolín a un comensal chino de gustos exóticos, todo sometido a una férrea censura de opiniones en contrario, quizá sea la mayor «operación psicológica» que se haya aplicado a la humanidad entera.

Lo explicó en términos humorísticos uno de los progres más seguidos de la televisión norteamericana, de opiniones siempre impecablemente «woke», Jon Stewart: si aparece súbitamente un nuevo coronavirus en la ciudad que alberga uno de los poquísimos y más avanzados laboratorios del mundo especializados en experimentos con coronavirus, es que procede del laboratorio en cuestión.

El paso de un virus de una especie a otra es una circunstancia rarísima (o tendríamos una pandemia cada mes), y creer que se ha dado con un coronavirus nuevo justo en la misma ciudad que presume de uno de los más avanzados laboratorios de experimentación en coronavirus es sencillamente demencial.

¿Qué probabilidad habría de que se hubiera dado tal coincidencia? Menor de una entre cien millones, según un nuevo estudio publicado por bioRxiv y titulado La huella de la endonucleasa indica un origen sintético del SARS-CoV2.

A diferencia de estudios anteriores, que analizaban aspectos cualitativos como las características del virus, la reciente investigación evalúa por primera vez la probabilidad de un origen de laboratorio sobre una base cuantitativa. Esta metodología innovadora permite a los autores presentar hallazgos objetivos que parecen superar cualquier estudio previo.

Lo interesante del nuevo estudio es que no se basa en ninguna de las pruebas ya conocidas que apuntan hacia un origen de laboratorio del virus SARS-CoV-2 . Por ejemplo, no tiene en cuenta el sitio de escisión de furina altamente inusual que hace que el virus sea particularmente virulento y que con toda probabilidad se insertó deliberadamente en el virus en el Instituto de Virología de Wuhan. Tampoco tiene en cuenta la gran coincidencia de que la pandemia comenzó a las puertas mismas del principal laboratorio de coronavirus del mundo.

En cambio, los autores —Valentin Bruttel, inmunólogo molecular de la Universidad de Würzburg en Alemania; Alex Washburne, biólogo matemático de Selva Science; y Antonius VanDongen, farmacólogo de la Universidad Duke-, adoptaron un enfoque novedoso que evalúa la génesis del virus SARS-CoV-2 desde un ángulo completamente nuevo. Los autores examinaron las diminutas «huellas dactilares» que quedan en el proceso de ensamblaje de los virus en los laboratorios. Si bien el uso de técnicas de ingeniería genética sin fisuras para crear virus en laboratorios generalmente oculta evidencia de manipulación, el nuevo estudio desarrolló un proceso estadístico para descubrir dicha evidencia oculta al comparar la distribución de ciertas cadenas de código genético en virus salvajes y virus creados en laboratorio.

Bruttel, Washburne y VanDongen estiman que las probabilidades de que el virus SARS-CoV-2 surja naturalmente se encuentran entre 1 en 100 y 1 en 1400. Sin embargo, esta estimación solo tiene en cuenta la distribución de los sitios de corte. Los autores también observaron una concentración de mutaciones dentro de los sitios de corte que era «extremadamente improbable en los coronavirus salvajes y casi universal en los virus sintéticos». La estimación se reduce a una probabilidad de 1 en 100 millones de que el SARS-CoV-2 sea un virus natural si se tienen en cuenta estas mutaciones. Al considerar criterios adicionales, como el hecho de que los «extremos adhesivos» donde los virus están «pegados». Cuando todos juntos encajan perfectamente, los autores estiman que las probabilidades de un origen natural son aún más bajas.

Los autores concluyen que el SARS-CoV-2 se ensambló en un laboratorio utilizando métodos comunes para ensamblar virus. Los autores no especulan sobre de qué laboratorio escapó el virus.

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