ACNUR admite tras meses de silencio, la realidad diaria que viven los recién llegados a manos de bandas musulmanas en los campos de recepción.
A la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) no le ha quedado más remedio que admitir lo que hasta ahora sólo unos pocos medios de comunicación nos atrevemos a denunciar: las bandas de musulmanes han tomado los centros de recepción y campos de refugiados en las islas griegas y el riesgo de violación es «muy elevado». «Ninos y mujeres viven en condiciones muy inseguras para su integridad», reza el informe.
En la rueda de prensa bisemanal de la ONU, la portavoz de ACNUR Cécile Pouilly exigió nuevas acciones para abordar el hacinamiento y «las nefastas condiciones de vida» en los centros de recepción, las dos causas principales de los abusos perpetrados contra mujeres y niños, sobre todo aquellos que viajan solos.
Pouilly celebró las medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno griego aunque sostuvo que «no son suficientes». En 2017, ACNUR registró 622 casos de violencia contra las mujeres, de las que un 28% sufrieron violaciones y abusos. Una situación similar a la que se vivía en el campamento de Calais (Francia) hasta que las autoridades ordenaron su desmantelamiento
Según la portavoz, la situación es particularmente preocupante en los Centros de Recepción e Identificación (RIC, en sus siglas en inglés) en Moria (Lesbos) y Vathy (Samos), donde habitan unas 5.500 personas, el doble de su capacidad, y en los que los casos de violencia sexual y abusos son particularmente elevados.
En estos centros los baños y letrinas no son lugares seguros para las mujeres al caer la noche a no ser que vayan acompañadas, e incluso ducharse durante el día puede ser peligroso, dijo Poully.
La portavoz advirtió que la identificación de supervivientes es difícil ya que las víctimas «son reticentes a denunciar los asaltos por miedo, vergüenza, falta de apoyo y preocupaciones sobre una posible discriminación o posterior estigmatización».
En cuanto a las condiciones de seguridad, Poully destacó que las patrullas policiales también son «insuficientes», sobre todo durante la noche, y que no cubren las áreas adyacentes a los RICs, donde existen campamentos improvisados con tiendas y sin presencia de seguridad.
En este sentido, ACNUR alertó que la situación está generando frustración y tensión entre los refugiados, lo que aumentan el riesgo de violencia sexual contra las mujeres.
Entre las medidas que propone la agencia para hacer frente a la situación destacan la separación por géneros de los residentes para evitar que las mujeres deban compartir techo con hombres desconocidos, y también en las zonas de baño, que deben tener una mejor iluminación y seguridad.
ACNUR también abogó por mejores condiciones y servicios, incluyendo la asistencia médica y psicológica, un aumento de la presencia policial, una mayor iluminación en las áreas públicas y mayores esfuerzos para aliviar la situación del hacinamiento, a la vez que aportar personal especializado en el tratamiento de víctimas de violencia sexual.
Precisamente, en Moria, 30 especialistas -médicos, psicólogos y trabajadores sociales- comparten tres habitaciones en las que deben examinar a sus pacientes sin ninguna privacidad, lo que afecta a sus condiciones de trabajo y también a su capacidad de identificar y ayudar a las víctimas, denunció ACNUR.
Alguna publicidad valiente y la ayuda desinteresada de muchos lectores como tú han hecho posible esta noticia. Conoces nuestra línea editorial, a contracorriente de la ideología dominante y desacomplejadamente comprometida con la dignidad humana, la unidad de España y la identidad de Europa. No es fácil ni es barato sostener un medio de comunicación que beba de estos postulados, siempre contra los más poderosos. Por eso te pedimos que nos ayudes con una aportación, que formes parte de nuestro proyecto, que ayudes a que sigamos incordiando al Poder. Puedes hacerlo de varias maneras, infórmate aquí.