En Estados Unidos gobierna un papalote, un señor que por momentos no sabe ni quién es, que se queda congelado durante los discursos de su mujer que es la que más habla, y sin tener demasiado que decir como no sea elogiar a un papalote inerte y ajado; el papalote no reacciona, no habla, mira fijo a un punto, en el que con toda evidencia se ha extraviado su mente.
En Estados Unidos, digámoslo con todas sus letras gobierna para colmo un tirapedos, lo que se pudo comprobar durante la ceremonia en homenaje a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial en Normandía, junto al presidente Emmanuel Macron, e inclusive también se oyó la sinfonía de un pedo durante el debate junto a Donald Trump.
Joe Biden es un presidente gagá, y un candidato imposible, por mucho que se lo proponga su familia, sobre todo su hijo corrupto y su astuta esposa. Joe Biden no sirve más que para regresar a la tranquilidad de su casa a empezar un tratamiento que alivie su avanzada senilidad. No está apto para gobernar nada, ni siquiera a él mismo, ni sus movimientos motores le responden. Tropieza y se cae constantemente en las escalerillas del avión presidencial, se defeca en medio de un paseíllo y lo tienen que sacar de urgencia del lugar porque el olor a caca lo inunda todo y provoca arcadas en los invitados.
Que Biden no está apto para sus labores presidenciales es sabido desde hace rato, que no hayan querido enterarse hasta ahora los «miedos de incomunicación» es otra cosa. Sí, porque ahora la mayoría se rasgan las vestiduras y fingen que sen enteran, que se han caído de la mata con eso de que tienen como presidente a un cometa indirigible, y que no se puede seguir así.
Reuters ha barajado la figura de Michelle Obama como posible reemplazante, alegando que en caso de que fuese ella se tiene garantizado ya que superaría a Trump con el 50% frente a un 39% del 45 presidente de Estados Unidos, quien por el momento lidera todos los sondeos.
Otros medios dan como alternativa a la actual vicepresidente Kamala Harris, quien en lo único que ha destacado durante estos cuatro años de cargo es en reír como una hiena. Lo de esta señora es el postureo y soltarse carcajadas, con algunos meneos muy propios de cuando trepaba para conseguir lo que ya es.
La primera vicepresidente de Estados Unidos con la que se mantuvieron innumerables expectativas se ha quedado en eso, en un proyecto. No ha sido, sin embargo, el peor fiasco del mandato en curso, el mayor fracaso ha sido el propio Joe Biden, que ha gobernado como un papalote desnortado, sumando guerras, descontentos en su entorno a montones, y multiplicando una inmigración ilegal que nada bueno traerá en el futuro para el país.
Nunca he sentido más desinterés por las elecciones presidenciales en USA, que en estas de noviembre de este año, porque si bien proyecto una enorme simpatía por Donald Trump, al no tener enfrente a nadie que de verdad le sirva de contrincante efectivo, pues sus esfuerzos notorios y su ejemplaridad nadan bastante en el vacío, en la nada.
En el caso de que sustituyan al papalote emblemático del partido del burro debido a su evidente demencia ya incontrolable, por la mujer de otro presidente que, en cierta medida ha cogobernado con el papalote metiéndose en todo detrás de bambalinas, lo que sí estaría asegurado es un segundo fraude monumental. Y ya Reuters se presta a ello. Recoge los cheles que esto es lo que trajo el barco.
