«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

El ventanal de Overton

22 de junio de 2022

Mi suegra tenía en su casa una ventana estrecha, con la carpintería de madera y con una reja u oxidada o negra. El resultado era oscuro. Decidió abrir un ventanal y para eso llamó a un albañil que procedió a arrancar la vieja carpintería, a picar el muro para aumentar el vano y a retirar la reja. Colocó un diáfano cristal de seguridad: han quedado unas vistas preciosas y entra una luz a raudales, que tiene especialmente radiante a la madre de la madre de mis hijos.

Como es lógico he pensado en las elecciones andaluzas. Juanma Moreno representa el papel de mi suegra, y el albañil del cincel y el martillo el de Vox. ¿Por qué? Pues porque una buena parte del buen resultado del PP en Andalucía se debe al sudor de Vox, sin restar mérito a la sonrisa de Juanma. Mientras él se dedicaba a tomarse la merienda, Vox le ha abierto una ventana de Overton del tamaño del magnífico ventanal de mi suegra.

Ya conocen la teoría. En el debate público hay temas que entran dentro de lo discutible y otros que son anatema. Pero los tabúes cambian con el tiempo y quien desplaza la ventana deja fuera de la política unas cuestiones y cuela otras. Por ejemplo, gracias al esfuerzo de Vox, la inmigración ilegal está en la agenda política. También el problema demográfico. La inseguridad ciudadana. La discriminación legalizada del varón. O incluso el derecho a la vida. Abrir la ventana exige un esfuerzo ímprobo, un gran desgaste y mucho martillo pilón, pero es la única manera de que entre más luz.

Cualquier gobierno del PP desatenderá muchísimas demandas realistas de la gente corriente porque exigen chocar frontalmente con los valores dominantes

Alguien podría alegar, con más razón que un santo, que el PP de Juanma Moreno no ha aprovechado para nada el ventanal de Vox, porque ha seguido mirando el mismo panorama de cuando las rejas y la carpintería vieja, renunciado sistemáticamente a meterse en ningún jardín ideológico que pudiese escamar a los votantes de izquierda. Es la pura verdad. Y, sin embargo, le ha sacado petróleo al ventanal.

No de una forma programática o de principios, desde luego, pero sí espacial. Gracias a Vox, el PP ha dejado de estar en el extremo derecho del espectro. Nada como la presencia de Macarena Olona ha centrado a Juanma. Ni sus exquisitas maneras ni su sonrisa perenne, que ésa ya la tenía puesta Arenas inútilmente.

Y todavía más. El PP también ha arañado votos presentándose, con muy medidas indicaciones, como el muro de contención contra Vox. Era un muro de contención muy raro, pues gobernaba en Andalucía gracias a Vox y, encima, su partido comparte gobierno en Castilla y León. Pero ha calado en los más socialdemócratas que el voto más seguro contra Vox es el del PP. Lo que, encima, era verdad.

No podemos decir que el pez grande se ha comido al chico, como le ha pasado a Ciudadanos. A Vox no se lo ha merendado nadie, e incluso ha crecido un 25%. Pero sí hay que reconocer que el PP de Juanma ha parasitado a Vox con indudable éxito, aunque parezca paradójico que el parásito sea más grande que la víctima. Mi suegra no parasitó al albañil (¡ojo!) porque le pagó su precio como corresponde, pero Juanma Moreno no dará a Macarena Olona ni las gracias, como sí que está deseando hacer con los de Ciudadanos, a los que quiere colocar enseguida a pesar de su fracaso electoral.

Recordemos la primera ley de Robert Conquest: «Todo el mundo es de derechas en aquello que conoce de primera mano»

Existe, en definitiva, el riesgo de que Vox le haga el trabajo limpio al PP. Digo «limpio» porque, desde luego, el sucio se lo ha hecho Pedro Sánchez, quitando las ganas a los votantes más socialistas de votar al PSOE. Vox le ha abierto ventanas a la luz, más limpieza imposible, pero ha de plantearse cómo contrarrestar ese juego ganador del PP, que se queda con las vistas y deja el martilleo y el acarreo de los escombros a Vox.

Para empezar, la fidelidad a los principios funcionará, porque ya ha funcionado. En pleno apogeo juanmanista, con todo a favor, Vox ha consolidado 500.000 votantes. Aunque debe evitar que esta situación se enquiste. Con la misma fuerza con la que hay que sostener los principios esenciales, hay que rechazar la tentación de las ideologías. Vox es un partido que tiene que estar muy cercano a las preocupaciones reales de la gente. Eso se ve en sus actos y mítines. La gente aplaude más cuando se le habla de lo que le afecta. Recordemos la primera ley de Robert Conquest: «Todo el mundo es de derechas en aquello que conoce de primera mano». Por eso, sólo tiene que señalar suavemente las nuevas vistas que ha ofrece el ventanal que ha abierto con firmeza. Descubrir lo concreto y lo propio de la gente. Obsérvese que un analista tan fino como Luis Sánchez-Moliní, jefe de opinión del Grupo Joly, es del mismo parecer.

Cualquier gobierno del PP desatenderá muchísimas demandas realistas de la gente corriente porque exigen chocar frontalmente con los valores dominantes y las agendas progres que en el PP no quieren discutir ni locos. Ahí es donde Vox, que dispone de un suelo roqueño y de unos cimientos poderosos, tiene su oportunidad de crecimiento exponencial. En una política de cercanía y sentido común, que cada vez será más rara y más necesaria.

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