No escribo para el educado,
no escribo para el buen ciudadano,
tampoco para el de corazón puro.
No escribo para que el que trabaja duro,
no escribo para el que busca trabajo sin descanso,
tampoco para el que emprende ahora.
No escribo para la madre trabajadora,
no escribo para el ama de casa,
tampoco para quien saca, sin ayuda, sus hijos adelante.
No escribo, no obstante, para el que entiende,
no escribo para el que respeta,
tampoco para el que construye.
No escribo para el que incluye, al diferente,
no escribo para el que se esfuerza,
tampoco para el que busca la excelencia.
No escribo para el que tiene conciencia,
no escribo para los que buscan la verdad,
tampoco para los que se rigen con honor.
No escribo para el agricultor,
no escribo para el ejecutivo,
tampoco para el que tiene inquietud.
No escribo para el que tiene amplitud, de miras,
no escribo para el que cree,
tampoco para el que sin creer, respeta.
No escribo para quien tiene una meta, respetable,
no escribo para los que llegan a su límite,
tampoco para aquellos que nunca lo alcanzan, pese a luchar.
No escribo para los que les cuesta arrancar,
no escribo para el lanzado,
tampoco para el apasionado, incansable pensador.
No escribo para el que vota y acepta,
no escribo para el que sin votar, convive,
tampoco para el que no boicotea.
Escribo…
para el que no me lea.
