Completamente nerviosos e histéricos estaban los economistas y analistas españoles porque pasaban los días, las semanas y los meses, y no se formaba gobierno en España durante gran parte del año 2016.
Yo en cambio estaba tranquilo. Y contento. Los libertarios y economistas austriacos tenemos claro que, cuanto menos Estado, mejor suele ir todo. El gobierno de un país desde luego no es el Estado entero, pero sí hace parte fundamental de éste.
Que no hubiera gobierno horrorizaba a casi todos los economistas ortodoxos y heterodoxos, como los neoliberales, los neokeynesianos, los neomarxistas, los neofascistas, los socialistas en todas sus vertientes. Porque todos en común tienen y conciben la existencia del Estado como órgano fundamental e imprescindible de la sociedad, aunque en distintos grados los unos y los otros.
Menos los austriacos, que creemos que el Estado siempre trae más desventajas que ventajas. Y por tanto el año pasado pensábamos que la ausencia de gobierno en España probablemente traería más mejoras que desgracias. Dicho y hecho, los datos han demostrado que España mejoró, al menos en varios sentidos, durante el año que pasó casi sin un gobierno al frente.
Datos de Crecimiento en España 2016
España, a pesar de que pasó la mayor parte del año 2016 sin gobierno oficial, creció un 3,2% en cuanto a su PIB del año anterior, y comparémoslo con el 1,7% de la Unión Europea en el mismo año. El desempleo mejoró sustancialmente, de 4.150.755 a 3.683.061 personas sin empleo en los primeros 7 meses del año sin gobierno, y cerrando 2016 con una tasa de 18.4% de desempleo, frente al 20.7% del año anterior cuando sí hubo gobierno. La deuda pública afortunadamente bajó un poco, del 99,8% al 98,9%. El déficit público mejoró del 5,13% al 4,7% en este año pasado sin gobierno. La bolsa española evolucionaba a la par que las demás bolsas europeas.
Que un país sin gobierno, España, haya aumentado su producto interno bruto en 2016 a casi el doble de ritmo que la media de países con gobierno de la Unión Europea, ¿no debería como mínimo llamar la atención? ¿O no debería llamarnos a reflexión que se prevé un crecimiento del 2,5 % en 2017 para España, o sea 0,7% menos que el año anterior, pero esta vez sí con un gobierno liderando? Un momento, ¿no debería ir mejor un país con alguien comandando que sin alguien al frente? Y si esto no es así, ¿entonces para qué demonios ponemos a alguien al mando?
Bélgica – Ejemplo de Crecimiento Sin Gobierno
El caso más sonado y más reciente ejemplo de que un país está mejor sin gobierno que con él es el de Bélgica, país que pasó una situación de bloqueo peor que la española entre el 13 de junio de 2010 y el 6 de diciembre de 2011. ¡541 días sin gobierno! Los ciudadanos belgas casi ni notaron que estaban sin líderes al mando. Y si lo notaron, fue para bien.
¿Qué datos económicos podemos recoger de ese período? Bélgica mejoró su economía, no solamente respecto de sí misma sino también en comparación con sus vecinos de la Unión Europea. La tasa de desempleo mejoró de un 8,2% a un 6,7% en una Bélgica sin gobierno, mientras que en el resto de Europa aumentaba, y ni qué decir en España, país con gobierno y con desempleo del 21,5%. El PIB anual aumentó por encima del 2% de crecimiento anual, en mayor grado que la media europea (1,6%). El déficit público se redujo. La corrupción disminuyó. El PIB per cápita subió de 31.500 euros anuales en 2009 a 34.500 euros anuales en 2011, la cifra más alta de la historia belga hasta el momento.
¿Qué dirían todos los economistas oficiales de estos datos? ¿Sobre todo cuando su pronóstico es que cualquier país se desmoronaría sin gobierno y, lejos de hundirse, Bélgica mejoró su situación económica?
Reflexión política-económica
No tener gobierno oficial (aunque permanece un “gobierno en funciones”) implica que el poder ejecutivo y el poder legislativo solamente pueden ejecutar lo ordinario, y eso supone un parón en el gasto público. Los burócratas tienen que atenerse al presupuesto prorrogado sin más, de modo que los aumentos de gasto que prácticamente se realizan año a año de forma casi automática e inexorable, quedan paralizados.
Esto supone un ahorro nada despreciable en lo que el Estado habría gastado en su propia dinámica de acaparación de la economía contra el sector privado, es decir, en la dinámica de invasión por parte del sector improductivo contra el sector productivo de la sociedad. Tampoco es despreciable el decrecimiento de la deuda pública y del déficit que supone una situación en la que tienen bloqueadas sus manos quienes están acostumbrados a endeudarse sin reparos y a irresponsablemente gastar más de lo que se ingresa.
Tampoco es desdeñable el freno que tal situación le puso a la tentación legislativa de la propia dinámica del Estado. La economía seguía creciendo mientras los políticos estaban impedidos de su afanosa obsesión de dictar nuevas leyes, aprobar nuevos presupuestos e inventarse más regulaciones, y restringidos a cumplir tan sólo con sus funciones básicas. Y esto tenía que repercutir positivamente, pues quienes generan riqueza en un país, en cualquier país, continuamente se ven mermados en su productividad por cuenta de los políticos y legisladores que no tienen nada mejor que hacer que obstaculizar la actividad productiva mediante normas y regulaciones absurdas y contrarias al progreso.
España generó riqueza y disminuyó problemas sin hacer nada especial, tan sólo no teniendo gobierno y dejando las cosas como estaban. Al parecer, la economía mejora cuanta menos intervención estatal existe. Es decir, la experiencia real con muchos gobiernos es que, si nada tocan, nada estropean.
¿Y si el gobierno fuera innecesario para la prosperidad de un país? ¿Y si fuera no solamente innecesario sino perjudicial para la prosperidad de un país? Un político español dijo el año pasado “sólo hay una cosa peor que un no-gobierno, y es un mal-gobierno”. Pero, ¿y si el obstáculo fuera el mismísimo gobierno? A juzgar por los hechos y datos que nos arroja esta y otras experiencias, hay algo mejor a un gobierno –sea bueno o malo- y es que no haya gobierno. Y no
solamente para la economía, sino para todos los aspectos de la vida ciudadana, crematísticamente, políticamente, socialmente, filosóficamente hablando, aunque esto es materia de otro análisis más profundo.
Los economistas españoles y los políticos europeos radicados en Bruselas se pasaron gran parte de 2016 pronosticando debacles y catástrofes económicas si España no formaba un gobierno. Pero, ¿no será que mediante tanta urgencia en el fondo lo que necesitaban era eludir dejar en evidencia la inutilidad de sus cargos? ¿Se imagina el lector que un día hubiera un país que estuviera cinco años, diez años sin gobierno, y que funcionara mejor que cuando había gobierno? ¿Qué tendría que concluir todo el mundo, sobre todo los votantes? La inutilidad de los gobiernos y lo contraproducente que es participar en las elecciones democráticas de las naciones. Bajo esta perspectiva la gente dejaría de votar, los políticos no podrían seguir justificando sus sueldos y los economistas habituales no podrían seguir justificando sus análisis. De saberse la verdad, muchos perderían sus cargos, sus salarios y sus prestigios.
Aclaración del autor
No quiero dejar de aclarar que soy consciente de que este artículo es solamente eso, un artículo, y no un tratado de economía. Y que por lo tanto hay varias maneras de refutar la tesis que aquí expongo. No soy ingenuo; como economista conozco las réplicas que se pueden hacer y reconozco que varias de ellas pueden tener sentido y no ser descabelladas. El argumento principal es que no estoy teniendo en cuenta todas las variables posibles al hacer este análisis, pero como he dicho, esto es un artículo de 1.300 palabras y no un tratado. Encantado estaré de debatir con quien quiera profundizar.