ETA no cerrará sus puertas, será diluida sin más en la vida ordinaria donde permanecerán no violentos mientras les convenga.
Si no hay hoja de ruta hecha es que se va haciendo siguiendo no se qué. Es evidente que de la sangre hemos pasado a las instituciones y por tanto los sanguinarios deben ir incorporándose a ellas, ésta es la asquerosa, aunque puñetera, realidad.
¿Y los presos? Pues los presos lo mismo, aunque tardarán más tiempo. De la carcel lejana a la cárcel próxima; de la cárcel próxima a la calle, – o por excusas variadas (Bolinaga), o por la doctrina Parot, o por la vía Nanclares o por indultos discretos; de la calle, los que quieran, a las instuciones y de ahí al gobierno vasco. Tiempo al tiempo.