«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Firmes propósitos

1 de enero de 2025

1. Escribiendo anteanoche mi lista de propósitos para el 2025, me quedé hasta las tantas, y tenía que madrugar ayer, y uno de mis propósitos es ordenar mis horarios y dormir más. Pero no sufran por mi contradicción. No la hubo, en absoluto. Para empezar con buen pie, no está mal haber acabado tropezando. Así, arrancamos henchidos de optimismo, porque, por mucho que torpeemos, ya no queda otra que mejorar, un poco.

2. Lo de dormir no era mi primer propósito, pero, por exigencias del guion, ya está puesto. Vayamos con los otros once propósitos: uno por campanada, a ver si este año doy yo la campanada y cumplo. El propósito por defecto es adelgazar. Cae por su propio peso. En principio, sería fácil, también por lo que decía antes: salimos con el listón muy ancho. El problema de adelgazar es que a veces se tiene hambre y otras veces es la hora de comer y otras te invitan a unas tapas o una compañera de departamento trae unos dulces porque es su santo. La buena educación engorda muchísimo, esto es, el empeño de comer en familia y de cuidar a los amigos y de agradecer el esfuerzo a quien cocina. Haremos lo que podamos, pero mi firme intención es adelgazar, que conste. (Que el vino engorde, por cierto, es un golpe bajo.)

3. Necesito leer más. Y encima deseo hacerlo. Para eso, tengo que visitar menos Twitter. Como he escrito la palabra embrujada, he ido a ver qué se cuentan en Twitter. Menos mal que escribo esto aún en 2024.

4. Tengo que ordenar, además del sueño, la vigilia. Estar más vigilante de los calendarios, los papeleos y las burocracias, que me pasan por encima y me hacen llevar una vida miserable en la que en cualquier momento puede venir la policía a detenerme o llegarme una multa o recibir un cargo extrañísimo en el banco.

5. Ni mi mujer ni mis hijos tienen quejas, pero yo, por mi cuenta y riesgo, querría atenderlos, si no más, sí mejor. En casa, me abstraigo un tanto, aunque yo no soy nada partidario del arte abstracto ni tampoco de la vida ídem.

6. No voy a apuntarme al gimnasio ni a pilates ni a practicar running. Pero a pasear más, como un poeta machadiano, sí que estoy predispuesto.

7. Tengo que escribir menos y tengo que escribir mejor. Me temo que ambos son el mismo propósito. Y no sé cuál es más difícil de cumplir, habida cuenta de mi grafomanía.

8. Este año, dando un paseo (precisamente) con mi mujer (¡ja!), dije: «Creo que me estoy desenamorando…». Dio un bote antes de dejarme terminar. Me estaba desenamorando de la política, le quería decir. Lo burdo de Sánchez, que le sale bien, y lo obtuso de Feijóo, que le sale mal, nos están conduciendo a un punto muerto que aburre a las piedras. Mi mujer no me dio un consejo genial (esta vez) sino que celebró que el desenamoramiento no fuese de ella y ya está. Yo creo que es natural desenamorarse de la política, si uno recuerda que su amor es España, el bien común, la buena gente y la verdad. Con eso, ya tiene uno amores de sobra para seguir escribiendo de política.

9. Tengo la suerte de hacer muchas cosas que me gustan mucho y muy pocas que me gustan poco. Sería de tontos dejarme arrastrar por el torbellino de los líos y no disfrutar más una situación que es realmente privilegiada. Perder el buen humor me pone de mal humor. Tengo que retomar mi diario personal, que es un registro de maravillas cotidianas y de generosidades del prójimo, que, si no se apuntan, se te escurren primero de la mirada y, luego, de la memoria.

10. Mis amigos son tan buenos que me permiten desatenderlos (por el torbellino) y no protestan, sino que se ríen y hasta están satisfechos. No los atenderé más por ellos, que no lo necesitan, sino por mí.

11. Sé que este propósito sólo se me dará por añadidura, y si cumplo los anteriores. Pero lo pongo aquí, pelagiano. He pasado dos años escribiendo menos poesía o ninguna. Lo que es bueno, porque no se trata de atosigar a la musa ni a los lectores de poesía, especie en extinción, que hay que cuidar como al lince ibérico y al águila imperial. Va tocando volver al redil del Parnaso. Por desearlo, no va a quedar.

12. Lo he puesto lo último porque es lo primero. La vida interior. No hablo de meditación ni de conexión con la psique ni de reiki ni de chakra ni de ikigai. Hablo del santo rosario, por ejemplo. Uno de los lemas de mi vida es de Javier Almuzara: «Todo lo que no sirva para ganar la eternidad, es perder el tiempo». Conste aquí mi firme propósito de no perder ni un segundo —en este sentido— de 2025. ¡Feliz año a todos!

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