«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.
Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.

Gracias, Majestad

11 de septiembre de 2022

No había nadie como ella, no habrá nadie más que ella, Su Majestad Isabel II, Reina de Inglaterra, excepcional, irrepetible, la figura más emblemática de la grandeza del siglo XX y de la primera mitad del siglo XXI, falleció el 8 de septiembre, para los cubanos día de la Patrona de la isla, la Virgen de la Caridad del Cobre. 

Era la última que quedaba de un mundo que no será jamás igual sin su presencia, sus añoradas apariciones, sin su inteligencia, su coraje (que demostró durante la Segunda Guerra Mundial cuando se alistó como enfermera, conductora de transporte pesado y mecánica), su perseverancia, su lealtad, su alegría, y su humor. Cumplió con su deber, nadie más lo hará como lo hizo ella, no sólo debido a los momentos históricos que le tocó vivir, sino al empeño que animaba su espíritu.

Más allá del Reino Unido el mundo comparte la pena del pueblo británico, porque la Reina unía, ese era su sello distintivo, el de una mujer pequeña de cuerpo, pero grande de alma, una mujer entera, soberana, esposa, madre, que tal como prometió cumplió con su país hasta su último respiro. 

Sólo saber que existía como presencia dinámica y maternal, un gran sentimiento de seguridad nos acompañaba en este mundo agobiado

Una mujer que ya quisieran muchas neofeministas llegar a sus talones calzados con esos cómicos zapatitos… Sí, Isabel II fue una feminista de una eficacia increíble, redoutable. Una roca de granito, un tronco que jamás se doblegó en público, que estuvo siempre en nuestras vidas como una rosa que coloreaba cada una de las situaciones con los modelos que vestía.

“Británica”, jamás política, como a ella le gustaba autodefinirse, al parecer falleció en torno a la hora del té, las cinco de la tarde, como si hubiera querido beberse de manera patriótica el último sorbo a la vida.

Bailó de forma clandestina junto a su hermana una conga frente al Palacio de Buckingham cuando la multitud festejó la victoria y el camino hacia la paz tras el triunfo contra la Alemania nazi. 

Bailó también en 1961 con el presidente de Ghana Kwame Nkrumah cuando éste quiso abandonar la Commonwealth, allá se plantó Isabel II y aceptó danzar hasta convencerlo de que se quedara, lo logró.

“La Reina no sólo fue la madre de toda una generación, devino también la abuela de varias generaciones, y la bisabuela de la generación actual”, eso dijo hoy un inglés con los ojos llorosos mientras comentaba el triste suceso delante de las cámaras de Sky News. Muy de acuerdo, y de sólo saber que existía como presencia dinámica y maternal un gran sentimiento de seguridad nos acompañaba en este mundo agobiado con una orfandad insoportable.

Sólo nos queda rendir máximo y perdurable honor y tomar como guía su ejemplaridad extrema

La Reina, el mayor símbolo de estabilidad mundial ha desaparecido, de hecho, la frase clave para anunciar la noticia entre los miembros del Gobierno británico ha sido: El puente de Londres ha caído. Imagino que la frase retumbó en los oídos y el cuajarón de tristeza inundó y sofocó los espíritus. Esperemos que el mundo encuentre la cordura en la comunión de sentimientos e ideas a la que nos sumirá su desaparición. 

A su inmensa capacidad de sacrificio sólo nos queda rendir máximo y perdurable honor y tomar como guía su ejemplaridad extrema.

Buenas noches, Ma’am, cómo me hubiera gustado compartir un bocadillo de mermelada con usted, Gran Señora, Gran Yalodde; que la Virgen de la Caridad del Cobre la sostenga en su regazo durante su eterno e infinito viaje, y que Dios le haga el recibimiento más amoroso que jamás el Cielo ha conocido. Una última petición, ayúdenos a rogarle que cese toda esta locura… Gracias, Majestad.

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