Esta es la hora de acordarse de José Luis Rodríguez Zapatero. Por muchos motivos. El primero de ellos es que destrozó al PSOE como partido. Vació su movimiento interno, radicalizó su discurso, y lo hizo estrellar contra los recortes. La falta de realismo de Rodríguez Zapatero se ha estrellado con una crisis que tenía que afectar, necesariamente, a los servicios públicos. Ese contraste entre el PSOE más a la izquierda de la democracia y el giro en la política económica en 2010 ha enajenado al voto más joven y menos informado sobre cómo funciona el mundo. Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha sido mejor jefe de la oposición que Mariano Rajoy presidente del Gobierno, no ha podido hacer mucho más.
El PSOE ha ido muriendo a medida que lo ha hecho la generación de la transición. El fracaso económico de España ha recaído sobre el propio sistema político, y un gran número de electores, deslindados sentimentalmente de la transición, quiere otra cosa. De ahí Podemos.
Una reciente encuesta de NC Report muestra lo que todos prevemos: Habrá una Gran Coalición PSOE-PP, o un Frente Popular socialista-nacionalista contra el PP, y contra media España que, esta sí, se resigna a morir. Esa es la gran disyuntiva que tiene ante sí Pedro Sánchez.
Si opta por el PP le dará más argumentos a quienes voten a Podemos, y que ya rechazan al PSOE porque no es capaz de sobreponerse a las directivas de Bruselas y, por lo tanto, no se puede distinguir del partido de Rajoy.
Si opta por el Frente Popular acabará por liquidar el régimen de 1978, e iremos a un proceso constituyente de cuyo futuro sólo podemos dar una cosa por segura: Cataluña se desgajará del resto de España, y nuestro país seguirá colándose por el sumidero de la Historia.
