Ha comenzado el curso político/económico y la actualidad sobre la construcción del Canal de Panamá ya no es portada. La visita de la ministra de Fomento española parece que ha calmado algo las aguas turbulentas de un conjunto de desencuentros entre las diferentes empresas y organismos implicados en la “macro/obra” en el último año.
Porque el problema de la ampliación del Canal de Panamá no tiene su origen en el concurso, ni en la adjudicación final al consorcio que lidera Sacyr. Porque si esto fuera así, desde las autoridades panameñas, pasando por las del puerto, además del consorcio ganador deberían de estar en los tribunales por “temerarios”. El concurso, según la autoridad panameña se ganó por la mejor oferta técnica y económica, que en éste caso lideraba Sacyr.
Sorprendente es la afirmación generalizada – por algunos medios de comunicación- de que las empresas constructoras españolas ofertan en los concursos a la baja, porque en España terminan cobrando más por connivencia con las administraciones. Seguro que se han dado caso de este tipo de connivencia, pero en todo caso, es una connivencia “universal” : todas las grandes obras mundiales son prototipos por lo que surgen imprevistos que dan lugar a alteraciones de los presupuestos.
Sin ir mas lejos, el actual y no inaugurado aeropuerto de Berlín se adjudicó en 2.400 M€ y se supone se va a liquidar en 5.000 M €. El túnel del Canal de la Mancha, se licitó por 4.500. M€ y se acabó por 16.000 M€; y no digamos en altas dificultades como el Canal de Panamá, que en su primer intento causó 27.000 muertos y el abandono de la empresa constructora que venía de realizar el Canal de Suez.
Cuando ésto ultimo sucedió, la dirección de obra del Canal de Panamá pasó ( tras el nacimiento de Panamá como país independiente de Colombia) al Cuerpo de ingenieros de los USA y necesitaron tres cambios de dirección hasta que el coronel ingeniero Goetals dió fin a aquellas primeras obras .
El segundo intentoEn el actual conflicto sobre las obras de ampliación del Canal, se dan, como es lógico en una obra de estas características, interses cruzados muy relevantes. En este contrato se precalificaron cuatro consorcios: los franceses, el estado unidense/japonés a través del consorcio liderado por la estadounidense Betchel, y dos españoles uno encabezado por Sacyr y otro del que formaban parte ACS, FCC y Acciona (que, según algunas fuentes, tuvieron discrepancias sobre el funcionamiento de la ÚTE y decidieron presentarse con una oferta que no pudiese ganar, pero que les permitió cobrar los 10 M de dólares que ofrecía la ACP por presentar oferta).
Los franceses, finalmente no se presentaron y las dos ofertas españolas obtuvieron las dos mejores puntuaciones (demostración de la calidad de la ingeniería española). En ésta licitación, no había como se ha dicho y escrito, precio de la propiedad, sino que ésta presentaba su oferta indicativa al mismo tiempo que los licitadores y ese era el nivel para medir el riesgo de los licitantes. Sacyr hizo 3.200, el canal 3.400, los americanos/japoneses 4.100 y la otra oferta española 6.000, es decir Sacyr obtuvo la mejor oferta técnica , la mejor económica y muy cercana a la del canal. Si ésto es así, el consorcio liderado por Sacyr, no hizo baja temeraria , fue la mejor técnicamente y por tanto la ganadora. Es más, no parece razonable pensar que los luxemburgueses, los italianos, y la propia empresa panameña que están en el consorcio con Sacyr son también “temerarios”.
Seis años después y con el 70% de la obra terminada, resulta que aparecen nuevas historias ( ayudas de Estado, contactos con mafiosos etc) de algunos de los que en 2007 ganaron el histórico contrato. Se ha llegado incluso a criticar que el presidente del Gobierno de España -Rodriguez Zapatero- hiciera lobby en favor de las empresas españolas. ¡Faltaría mas!
Al igual que los americanos, que hicieron toda la presión que pudieron, perfectamente detallada en los papeles de Wikileaks. Son capaces de decir cualquier cosa, incluída la supuesta pérdida de influencia “politica” de Estados Unidos en la zona, con tal de ganar el concurso para una de sus empresas. Es más, en esta occasion en particular, resultaba que Bechtel/Misubitshi se presentó con el interés directo del Banco del Japón, que afrontaba la mitad de la financiación; además la aseguradora, que no la reaseguradora, era AIG en aquel momento nacionalizada. Es decir, había un interés claro por ganar el concurso.
Respecto de las ayudas de Estado a Sacyr, la garantía del grupo GUPC encabezado por Sacyr fue suscrita por Zurich con contraavales de Cesce y los equivalentes italiano y belga del mismo, es decir Italia y Bélgica daban la misma ayuda que el Presidente Zapatero. Efectivamente, había empresas de capital público mayoritario, que respaldaron la viabilidad de la inversión.