Los romanos tenían por cierto que “la fortuna ayuda a los audaces”. Tal vez sí, pero solo temporalmente. Al final, los audaces se quedan solos, muy solos. El español más audaz del siglo pasado fue –con diferencia- Adolfo Suárez. Lo fue con Franco durante sus años de Presidente; y después con el 23-F. Incluso con el “remake” del CDS, hasta entrar en ese limbo del Alzheimer, que le libró del mal trago del film: “Quien jodió a España”, como diría Vargas Llosa, que llevamos viendo durante la última década. Seguro que, de haber sido consciente, Suárez hubiera sacado redaños para cortar el paso a los han zancadillearon, como Tejero, a la democracia en España, pero sin golpes de Estado. Se hubiera puesto tieso ante los que nos han hurtado nuestra democracia.
Me repatea el ejercicio de cinismo de los últimos días. Entiéndanme bien, soy el primero en dar las gracias al espíritu libre, coqueto y ambicioso del Presidente Suárez; pero los que le dejaron solo, de la derecha a la izquierda, del Rey abajo, una inmensa mayoría de los ahora dolientes (con banqueros y clero, incluidos) deberían ser hoy un poquito más recatados. Vale que el Presidente Suárez no se puede defender, vale que su familia transida de dolor no este para ser desagradecida, pero un poco de contención, porque a Suárez aún le queda algún amigo dispuestos a decir: “Ni de coña, tío. ¡Tú no!”.
Suárez estuvo solo en el franquismo. De hecho conspiró contra el régimen y sus Procuradores en Cortes. Siendo el elegido siguió estando solo: ni Carrillo, ni Tarradellas fueron: solo business para que esto saliera adelante. Después: “ni agradeció, ni pagao” como suelen decirse. “Se me mueven los mofletes” cuando oigo a la compungida (y poco avenida) familia socialista hacer de plañidera, cuando le clavaron más puñales que al César. Felipe “número uno” y Alfonso Guerra, el que le llamada «tahúr del Misisipi”, ahora gimotea como si se hubiera quedado sin dientes. El verso libre de Suárez les birló una vez las elecciones y el PSOE no se lo perdonó jamás. Los sociatas llegaron incluso a bailarle el agua al general Armada, el elefante blanco del golpe de Tejero, con tal de hundir a Suárez. Para los socialistas postmodernos, que lo desconocen todo de su partido, pueden preguntar a Múgica Herzog, o a Antoni Ciurana conmilitones protagonistas.
¿Qué decir de sus compañeros de viaje de la UCD? Dispuestos ellos a hacerla la cama con petaca incluida o tal vez debiera decir con “moción de censura” incluida. O de su gran amigo el Rey que prefirió cerrar el “donut” monárquico con los socialistas y dejar tirado al Duque. Por cierto, Zapatero (otro doliente de los cojones) después de bautizar España como “discutida y discutible” desenterró en el PSOE a los partidarios de la ruptura republicana. Lo digo a sabiendas de que al Rey le importa un apio rancio. Por supuesto, la “derechona” la de antes y la de ahora, en lo suyo. Si es un tío de palabra, “echao p’alante”, generoso, y además valiente: no es de fiar, no conviene. Suárez me lo dijo en un hotel marbellí: “Estar solo no es una desgracia, sólo una consecuencia –menor- de ser libre”.
Por cierto, lo mejor del Presidente Súarez fueron Los Pactos de la Moncloa. Eso sacó a España de una inflación del 44 por ciento de media en 1977, con un endeudamiento terrible y un paro que superaba las 900.000 personas. Salimos de eso con consenso, con patronales y sindictaos de la mano de Enrique Fuentes Quintana.