«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Una Iglesia, no dos

30 de abril de 2014

Roncalli escogió el nombre de Juan por tres motivos, expuestos por él en tres ocasiones. En la primera dijo que se debía al nombre de su padre, y al de la Iglesia de Bérgamo en la que fueron bautizados él y sus hermanos. En otra ocasión señaló que Juan era el nombre más repetido de la historia, y se correspondía en general con pontificados breves. Y aún en otra dijo que quería rescatar de la infamia el nombre de Juan, asociado a algunos de los Papas más ignominiosos de la historia de la Iglesia. Hubo ya un Juan XXIII, que fue un anti Papa. Y de Juan XII dijo Edward Gibbon: “Se retiraron las acusaciones más graves en su contra. Al Vicario de Cristo sólo se le acusó de piratería, asesinato, violación, sodomía e incesto”. Juan Pablo II eligió su nombre por su antecesor, que tuvo un breve papado, y éste lo eligió porque unía los nombres elegidos por sus dos antecesores. Quería extender su obra. En definitiva, eligieron sus nombres en función de los antecedentes, y con un sentido de continuidad.

Cada papado tiene su impronta, una respuesta a las exigencias del momento que, necesariamente, tiene que responder a una idea, o conjunto de ellas. Esa respuesta y ese conjunto de juicios son diferentes para cada pontífice. Pero una institución que lleva dos milenios no se había podido mantener sin una coherencia, y sin una verdad, aunque sea en el sentido leimnitziano. Juan XXIII dijo, en su discurso de inauguración del Concilio Vaticano II que “la Iglesia nunca debería separarse del patrimonio sagrado de la verdad recibida por los Padres. Pero al mismo tiempo tiene que mirar al presente, a las nuevas condiciones y las nuevas formas de vida introducidas por el mundo moderno”. 

A Juan XXIII se le ha acusado de ser el “Papa bueno” por ser un Papa de izquierdas, que quebró para debilitar algunas de las inveteradas tradiciones de la Iglesia. Mientras que Juan Pablo II sería tan malo que luchó contra el comunismo, por lo que representa lo contrario que Roncalli. Pero no es así. Los dos Papas que ahora canoniza Francisco representan la combinación entre tradición y modernidad que, inextricablemente unidas, caracterizan a la Iglesia.

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