«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Kallima Inachus

12 de marzo de 2025

El jocundo epigramático Monsieur de Sans-Foy contempla en X la imagen de una mariposa Kallima inachus y —contra sus más alegres querencias— se lamenta. Ese lepidóptero, cuando tiene cerradas sus alas, que por arriba son preciosas, parece talmente una hoja caída de otoño, con su característico color marrón y sus nervaduras, incluso. Resulta espectacular. ¿De qué se lamenta entonces nuestro jocoso poeta satírico ante tanta belleza (por el envés de las alas) y tanta astucia (por el reverso)? No de la mariposa.

Se lamenta de esto: «En su maravilloso Naufragios y Comentarios, Álvar Núñez Cabeza de Vaca cuenta que en la selva de Iguazú “había árboles cuyas hojas tenían patas y volaban“. Si hubiera sido inglés, habría doce películas de sus aventuras. A media España, ni le suena». Amén, digo, y voy a pasar, melancólico, a otra cosa, cuando descubro un matiz.

Y ya, en vez de «amén, amén», digo «amor, amor», como en el romancero. ¿Cómo es posible que Álvar no se diese cuenta de que no eran hojas sino mariposas camufladas de hojas para dar esquinazo a los depredadores menos veganos de la selva? ¿Sería por gusto de hacer una poesía surrealista o una greguería a lo Ramón Gómez de la Serna o un atisbo de realismo mágico adelantándose a mi novelero y nobelado homónimo García Márquez? No.

No imagino a mi fiero paisano, Cabeza de Vaca, sí, pero de vaca muy brava, Álvar Núñez, de Jerez de la Frontera, haciendo literatura preciosista entre naufragio y naufragio. Sencillamente le pudo el temple y la costumbre de la hidalguía.

En cualquier camuflaje hay un aprovechamiento del engaño y de la mentira. Los samuráis no desprecian al mentiroso porque falte a la verdad, sino porque falta al coraje. La burla es un burladero, en el que uno se refugia para no dar la cara. Quitando las delicadas mentiras piadosas, que caben en el alma más valerosa, las mentiras para escurrir el bulto, para no comprometerse, para adular al poderoso o para medrar en un negocio son inconcebibles para un espíritu noble.

Y eso le pasó a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que merecería sus doce películas, como pide Sans-Foy. Al caballero jerezano ni se le ocurrió pensar en una mariposa maquiavélica y medrosa. Prefirió admirar las maravillas de un cuento de caballerías, con un árbol de hojas voladoras, como un gran defensor del otoño de la vieja España en la exuberancia tropical de Iguazú. Un bastión de las ventoleras de noviembre. Y hay más poesía épica en su confusión que si Núñez Cabeza de Vaca hubiese querido adornarse a posta con una metáfora.

Y sigo diciendo «amor», que es a la vez «amén». Cuánto hay que aprender de la actitud de Álvar. Y mucho más hoy, que tendemos a hacer exactamente lo contrario que él. De todo nos creemos la versión más ocultista, taimada, mentirosa, corrupta, darwinista y conspiranoica. Somos cada vez más incapaces de ver el envés de las alas (luminoso e iluminado, colorido y magnífico). Una acusación o una calumnia encuentran en nuestra sociedad un plus de credibilidad y un eco redoblado, mientras todos se apresuran a desmitificar el valor, la entrega o la belleza. Es un tic de nuestro tiempo, que se piensa tal vez que todos son de su condición.

Pero no todos lo somos ni queremos serlo. Razón de más para echar de menos las películas sobre aquellos hombres que se empeñaban en no ver lo evidente si era mezquino, pero que tenían un instinto despierto para descubrir, hasta en el más mínimo insecto, la magnanimidad y el milagro. Así, por eso, construyeron el Nuevo Mundo. Poca broma con la mariposa, como ven.

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