«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

La fauna ibérica y la secesión

7 de abril de 2025

Permítanme recurrir al tópico. A la identificación totémica de una nación con un animal. España suele ir ligada a la figura del toro, razón por la cual, los españoles que no quieren serlo, pero tampoco buscarse otro suelo, suelen abatir al de Osborne. De un tiempo a esta parte, el toro, como la trenka, es un clasificador político. Las autodenominadas izquierdas son, mayoritariamente, antitaurinas. Sobre todo, las globalistas que, en muchos casos, se dicen herederas de un comunismo cuyas aristas necesitan, como si de los pitones de un morlaco se tratara, afeitar. La filiación ofrece dificultades. Aquellos ambientes presididos por la hoz y el martillo eran, en muchos casos, abiertamente taurinos. No hay más que recordar a Picasso y su afición por los alamares y los capotes. El propio autor del toro de Osborne, Manuel Prieto, era comunista y diseñó carteles para el bando republicano durante la Guerra Civil. 

A pesar de la fuerza del toro, cuya piel extendida se identifica con la silueta de la Península Ibérica, el animal que ha simbolizado a España históricamente es el león. En El Quijote, el león que se da media vuelta e ignora al Caballero de la Triste Figura, se ha interpretado como una España que, adormecida, rechaza la lucha. Algo parecido ocurre con el perro de Las Meninas, impasible ante el puntapié del bufón Nicolasito Pertusato. El can velazqueño también ha sido visto como una representación de una España desdeñosa frente a las amenazas.  En cualquier caso, nuestra nación, así lo proclamó —«España es muy bonita, es un león»— Leopoldo María Panero cuando era un niño, tiene como numen tutelar a ese felino melenudo. 

Si, según muchos, a cada lengua le corresponde una nación, algo parecido ocurriría con los animales, aunque Portugal y Francia lo comparten. En España, pese a la hegemonía tauro leonina, también existen hechos diferenciales animales. Si el toro o el león representan a todos, no faltan quienes, precisamente por eso, se abrazan a otros miembros del Reino, o acaso la República, animal. Aunque ya en retirada, durante el tiempo pre lazi, los secesionistas solían decorar sus vehículos con la silueta de un burro negro osborne. Se trataba, al parecer, de una variedad autóctona, de una peculiaridad asnal circunscrita a Cataluña. El rucio catalán nada tendría que ver con los que se criaban, por ejemplo, en Rute. Prohibidos los toros en la región, el borrico se alzaba, aunque no mucho, como animal representativo de quienes aspiraban a evadirse de la prisión o establo de pueblos, llamada España. 

Y la verdad es que, aunque a paso lento, como de burro, los secesionistas van al alcanzando sus objetivos, pues las estructuras de Estado que ya manejan no paran de crecer. En la pugna que mantienen ERC y Junts, los primeros, encabezados por Junqueras, detector de semejanzas genéticas entre los catalanes y los franceses, piden ahora el traspaso del aeropuerto de El Prat, lugar que sus huestes bloquearon en 2019. En socorro de estas y de las próximas peticiones ha salido nada menos que quien fuera apodado Bambi: José Luis Rodríguez Zapatero, que acaba de manifestar, probablemente, de susurrar, contrafigura de la berrea, que «hay que ir al reconocimiento de la identidad nacional de Cataluña».

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