«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.

La vida sigue igual

5 de noviembre de 2022

Exhuman al general franquista Gonzalo Queipo de Llano. En cumplimiento de la mal llamada ‘Ley de Memoria Democrática’, que es como el ‘antifascismo’. Exactamente lo contrario de lo que quieren parecer. La izquierda lo celebra y la Hermandad de la Macarena, colaboradora necesaria y ahora consagrada a lo políticamente correcto, porque a lo sagrado no; emite un comunicado cutre en el que afirma que la profanación de tumbas se ha hecho “con absoluto respeto”. No señores, absoluto respeto es no tocar a los muertos. Hace mucho que sospecho que no hay nada menos católico que las hermandades, y los que pertenecen a la sevillana Macarena se empeñan en darme la razón. 

Ay, ¿será que hacer la guerra a cadáveres no ha funcionado? ¿Que la vida sigue igual?

“Pues ya está, así habremos solucionado algún problema”, pienso. Consulto la aplicación de mi banco y veo que sigo teniendo en mi cuenta corriente el dinero justo para elegir un fin de semana de cada dos entre llevar a mis niños a comer o al cine. Me acerco a echar gasolina y compruebo que ha vuelto a subir de precio respecto a la semana pasada. Miro el indicador del precio y el de los litros, tan dispares ahora, y recuerdo cuando iban parejos, allá por tiempos de Mariano Rajoy, único y eterno culpable junto a Vladimir Putin de la ‘pobreza energética’. Entro en el supermercado y sí, el aceite sigue costando más de lo que nunca había visto desde que puedo recordar. Ay, ¿será que hacer la guerra a cadáveres no ha funcionado? ¿Que la vida sigue igual?

Y este viernes, algo más de 24 horas después de la cafrada nos levantábamos con el espacio aéreo de varias comunidades cerrado por la posible caída de un pedazo de un misil chino que según se leía la prensa parecía que nos podía caer en la cabeza a cualquiera. Finalmente fue a caer al Pacífico -quienes calcularan la trayectoria lo hicieron más o menos igual de bien que los chinos cuando fabricaron el cohete-, pero muchos ya especulaban con la mala suerte que da violar el descanso de los muertos. Me acordaba entonces de los mensajes que tantas veces han atribuido a la exhumación del General Franco del Valle de los Caídos las desgracias de después: Covid, Filomena y hasta la erupción del volcán de la Palma. Yo, que ya considero a Sánchez en sí mismo la auténtica plaga que padecemos, me planteaba en qué paradisíaco país estaría el presidente olvidándose de los problemas de los españoles antes de irse a Bali. No andaba muy lejos esta vez, estaba arruinándonos desde Portugal.

La semana pasada la ministra de paro discontinuo también se sorbió los mocos -solo un votante de Sumar se puede creer ya a estas alturas que Yolanda Díaz se deshace en lágrimas- mientras le quitaba la Medalla al Mérito en el trabajo a Franco y otros nueve ex ministros muertos. Seguro que les ha importado muchísimo. Eso sí, comparecía la mujer que todo se lo debe a Alberto Casero -diputado popular que sacó adelante por error su reforma ¿laboral?- con un outfit perfecto lo mismo para cualquier evento formal de otoño como para llegar a los tres millones de parados.

El Gobierno continúa siendo una especie de guateque de Hakuna que paga el culto al líder y su estancia en el poder con nuestro dinero

Dice la columnista Carmen Álvarez que ella a nuestros políticos ya solo les pide “minimalismo emocional”: “que acudan a su puesto de trabajo ahítos de amor, colmados, saciados de afecto”. Si dependiera de mi, a Yolanda Díaz más bien le pediría que no acuda nunca a su puesto de trabajo, pero ya que se empeña en ir y castigarnos, es verdad que nos podría ahorrar los momentos de alipori. Yo es que a estas alturas ya solo lloro de emoción cuando estoy con mis hijos dormidos en la cama, oyéndolos respirar en paz, y de pena cuando escucho a políticos y periodistas llamar a los asesinatos de otros niños “suicidio ampliado” o “violencia machista contra la infancia”, aunque a la criatura la mate la madre.

Así que sí, todo sigue igual: nos vamos a la porra, el Gobierno continúa siendo una especie de guateque de Hakuna que paga el culto al líder y su estancia en el poder con nuestro dinero, nuestras ciudades siguen mutando en estercolero multicultural, no llegamos a fin de mes, ni a principio ni a mitad y la mayoría se distrae de esta época gris con Jorge Javier Vázquez, que con la boca más pinchada que Cher y unos carrillos con unos rellenos que ni las obras de ampliación del Bernabéu nos amenaza ahora con presentarse a alcalde de Madrid… Señor, ¿qué te hemos hecho?

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