Durante un aquelarre que me hizo el feminismo en la comisión de Igualdad del Congreso, las sociatas que mandaban por allí entones (Ángeles Álvarez y Carmen Montón) sacaron a un diputado a leer un manifiesto. Estaban sentadas a su vera mientras él cumplía el encargo con cierta dificultad. Lo miraban atentas, como si no se fiaran. Parecían vigilarle.
¿Saben a qué diputado eligieron? ¡A Ábalos! Nunca entendí por qué. Esta semana supe que, durante la pandemia, José Luis colocó a su amiguita en una empresa pública con un sueldazo que el Gobierno, en aras de la transparencia, se niega a revelar. El virus no fue malo para todos. Para muchos sociatas fue bueno, que se lo digan a José Luis, a Koldo, al Tito Bernie o a Jesica, como se llamaba la amiguita del ministro.
Qué aportaba una estudiante de odontología a una empresa de ingeniería es algo digno de estudio. Pero, no contentos con eso, la chica consiguió un permiso para ausentarse del «puesto» y así acompañar al ministro a unos viajes por los que cobraba milquinién. El concepto de dichos desplazamientos es curioso: «disgeusia, sensación de malestar». Así los describía Jesica. Disgeusia es «un mal sabor persistente en la boca». Término médico que quizá aluda a un problema que sufrió la chica provocado por vaya usted a saber qué parte del ministro; al fin y al cabo un mal sabor de boca es lo menos que puede sucederte después de pasar una noche con José Luis, aunque sea en el Hilton.
Quizá la molestia desaparezca con los 1.500 que, además, se pagaban en efectivo. El cash siempre fue mejor remedio que los genéricos que llevan factura. Se alojaban en hoteles como el Hilton de Gerona y viajaron en primera por toda España y el resto del mundo. Supongo que Ábalos la llevó a Marruecos, Bruselas, Estrasburgo, Rusia y Arabia Saudí para ponerla mirando a Cuenca. En total, Jesica reclamó al ministro casi 40.000 euros por acompañarlo a 31 actos y viajes oficiales. Qué bonito el feminismo sociata.
Hay, en cambio, un servicio por el que la chica cobra la mitad, setecientos euros. Era al ministerio, se ve que a domicilio salía más barata. En otro apartado aparece el concepto Apolonia, que no se sabe si es una sustituta de Jesica o un error al transcribir una gira por municipios catalanes. ¡Qué ejemplo el de José Luis! Vivan los votantes que siguen fieles a pesar de semejantes tejemanejes. Y sobre todo las votantas. Sufran o no disgeusias por ello. Koldo, Ábalos, el tito Bernie y el socialismo andalú de putas y cocaína…
¿Sabían Carmen y Ángeles aquel día qué clase de tío era José Luis? Pues claro que sí. Él no engaña. Se le ve a la legua. Quizá lo hicieron por eso. Una broma interna. «¿Sabes a quien estaría bien sacar a leer el manifiesto, tía? ¡Al cabrón del José Luí!» «¡Ja, ja, ja, qué bueno, tía!» Bravo por las mujeres sociatas y sus disgeusias.