Puede resultar raro que comience el año deseándoles todo lo peor. Pero es que no se me ocurre otra forma de que mejoren las cosas. El aprendizaje tiene un precio. Requiere sacrificio, dolor. A veces incluso tocar fondo. Quizá sea eso lo que necesitamos para iniciar el cambio profundo que necesita España, lo de «cuanto peor, mejor». Pero no hay que subestimar el tamaño del hoyo.
Miren Cataluña. Sigue cavando, no hay manera. El año, eso sí, empieza fuerte. Aldama, Koldo y Ábalos vuelven a copar las portadas. Los titulares son los de siempre: comisiones, picaderos y señoritas. Les acompaña el Fiscal General del Estado y la ministra de hacienda, Marisú, con la compra del ayuntamiento de Jaén y la subida de tropecientos impuestos.
A estas alturas ya sabemos que todos los que participaron en aquella vuelta a España en coche que el presidente nos vendió como un viaje iniciático del héroe son unos mentirosos. Cuatro de cuatro. No está mal. La cúpula del PSOE. Ábalos, Koldo, Cerdán y Sánchez. La mitad de ellos ya están imputados por corrupción. Hay un tercero que puede tardar poco. Y el líder es culpable de una de las peores corrupciones políticas: llegar al poder y hacer lo contrario de lo que dijo en campaña. En su defensa habrá que decir que hacía falta ser muy imbécil o muy sectario para creerse las promesas de semejante personaje.
El Fiscal General del Estado sigue rompiendo moldes. Imputado por revelación de secretos, no sólo parece que filtró información para atacar a un ciudadano y borró datos del móvil que pudieran incriminarle, es que ahora sabemos que cambió de terminal cuando este ya era una de las pruebas clave del caso. Acostumbrarnos a que el personaje que debiera perseguir el delito sea un delincuente muestra en qué nivel de degradación institucional nos movemos.
Lideramos el índice de miseria en la Unión Europea, pero también el de desvergüenza política. Marisú se estrena como candidata y comienza fuerte. No sólo aprovecha su exposición pública como ministra, también usa el dinero de todos los españoles para comprar voluntades. Perdona la deuda al Ayuntamiento de Jaén y promete el oro y el moro. Sólo los sociatas y sus socios pueden gozar ciertas ventajas. Los demás somos ciudadanos de segunda. Para pagar todos esos chantajes debe ingresar más. Intentó sin éxito pegar un bocado a las ayudas que donaron Roig y otros empresarios a los afectados por la gota fría. No pudo. Así que se vienen nuevas subidas.
El IVA de la electricidad, que está en precios máximos, se ha doblado. Suben la cuota de autónomos, los tipos del ahorro en el irpf, el impuesto sobre los beneficios generados en el extranjero, las cotizaciones a la seguridad social, hay nueva tasa de basuras, se eliminan deducciones y se dobla el IVA reducido de algunos alimentos: leche, legumbres, fruta, aceite de oliva y verdura. Los más saludables, vaya. Nos quieren obesos y gilipollas. El marisco, eso sí, no sube. Los sindicatos mantienen su influencia.
